El presidente ruso, Vladímir Putin, se reunió el 18 de mayo con la líder alemana, Angela Merkel, en Sochi. Seis días más tarde, el 24 de mayo, el mandatario galo, Emmanuel Macron, se encontró con su homólogo ruso y participó en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo en el marco de una visita presidencial de dos días.
¿Qué objetivos tenían los altos cargos europeos con su visita a Rusia?
Salvar el acuerdo iraní
La decisión de EEUU de abandonar el acuerdo nuclear con Irán se vio enfrentada con las críticas desde Rusia y China, pero también desde la UE, escribe el autor de la nota de Berlingske, Simon Kruse.
En el tema de Irán, Francia, que ya sufrió una pérdida importante por la retirada forzosa de la empresa Total de un proyecto de gas natural iraní, está del lado de Rusia.
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Alemania, además de los riesgos que podría acarrear a los lucrativos contratos iraníes con las empresas europeas, ve la ruptura del acuerdo con Irán como un paso desestabilizador para todo el sistema de no proliferación de armas de destrucción masiva.
Un enfriamiento en el Atlántico
De los aranceles introducidos contra el acero europeo a la decisión de trasladar la Embajada de EEUU en Israel a Jerusalén, que provocó protestas que fueron reprimidas por Tel Aviv y criticadas por la comunidad internacional, Europa tiene una creciente lista de diferencias con Washington sobre los temas globales, recuerda el autor.
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Moscú está viendo esto y podría estar dispuesto a darle a los países europeos algo que los estadounidenses apenas puedan: el reconocimiento de sus opiniones y un socio. Así, Rusia se ofrece como un socio alternativo para las naciones europeas.
Por otro lado, algunos en Europa lo perciben como un intento de sembrar el desacuerdo en la alianza estratégica con EEUU.
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El gasoducto Nord Stream 2 es otra 'manzana de la discordia' entre Europa y EEUU.
Mientras Berlín busca hacerse con una fuente estable de gas natural para las décadas venideras, los Estados de orientación pronorteamericana, como Polonia, Ucrania y los países del Báltico, alzan la voz contra el proyecto que busca sacarles de la ecuación del suministro de combustible azul a Europa.
EEUU, también, está ejerciendo cada vez más presión sobre Alemania para sustituir a Rusia como el proveedor de gas bajo el pretexto de 'evitar la dependencia del Kremlin'.
Esta presión se percibe en Berlín, pero también en la UE en general, como una injerencia inédita en los asuntos internos y un motivo más para seguir cooperando con Moscú en este y otros proyectos, escribe el autor.
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