"Hay algunos (parlamentarios) que piensan que la violencia contra la mujer son asuntos aislados y no algo estructural, que se han atrevido a afirmar que es un problema que no amerita una legislación particular para las mujeres porque la violencia afecta a todos por igual, cuando eso es totalmente falso; basta ver las cifras para darse cuenta de que no es así", dijo Huilca, del partido Nuevo Perú (izquierda).
Los Centros de Emergencia Mujer (oficinas de auxilio pertenecientes al MIMP) atendieron el año pasado casi 100.00 casos de violencia contra las mujeres, mayoritariamente mujeres.
Un estudio publicado en 2016 por la Organización Mundial de la Salud sitúa a Perú en el tercer lugar de países con mayor incidencia de delitos de violencia de género, solo detrás de Etiopía y Bangladesh.
La ley impulsada por Huilca aumenta las penas por feminicidio de 15 a 20 años de prisión, que pueden llegar hasta 30 años cuando el crimen se comete con circunstancias agravantes como que la víctima esté embarazada o sea menor de 18 años.
Pero además, "también se están modificando aspectos técnicos sobre los delitos de lesiones leves y graves, los procesos de tenencia de la patria potestad contra los acusados de feminicidio, que antes obligaban a la familia de la agraviada a llevar un proceso judicial aparte al caso de la agresión, lo que era una complicación adicional para las víctimas", detalló Huilca.
Según la nueva ley, que debe ser promulgada por el presidente de la República, los infractores pierden de manera automática la tenencia sobre los hijos cuando incurren en feminicidio, tipificado como delito en 2013.
Violencia sexual
La violencia machista, que incluye en gran medida los delitos sexuales, ha despertado la alarma en la sociedad peruana, pero el problema es tan complejo como sus soluciones.
La politóloga Sara Ramírez, de la organización no gubernamental Promsex, dedicada a la problemática femenina, apunta a la visión tradicional de que la violencia sexual es propia de las clases económicamente deprimidas de Perú.
“La pobreza, el nivel educativo, incluso el colecho son factores que pueden poner a una persona en mayor grado de vulnerabilidad (de violencia sexual), pero no son determinantes”, dijo Ramírez a esta agencia.
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Se trata de un fenómeno “multicausal” y que reclama “un abordaje múltiple”, sostuvo la experta.
“Limitarlo a un fenómeno que sea de cierto sector económico o cierta clase social no nos ayuda a ponderarlo en su real dimensión y consecuencias”, advirtió.
Una nueva educación
La cultura machista, las leyes permisivas, la normalización de la agresión a las mujeres y la impunidad social que goza el agresor explican la existencia y permanencia de la violencia de género, y tomará mucho tiempo y esfuerzo revertirlas, reflexionó Ramírez.
El enfoque de género, incluido en el Currículo Nacional del Ministerio de Educación que define los contenidos de la enseñanza primaria, apunta a una educación escolar en la igualdad entre hombres y mujeres, algo que es resistido por los sectores conservadores del Congreso.
“Con el enfoque de género aprendes de niño qué conductas son apropiadas de acuerdo a tu cuerpo; si esas enseñanzas no se articulan desde el colegio y el hogar, es muy difícil dar solución al problema (de la violencia sexual), porque las agresiones, en este caso de niñas, se dan mayormente en lugares aparentemente seguros”, indicó Ramírez.
Pero la inclusión de ese enfoque en el Currículo fue recurrido en la justicia por un grupo conservador que alega se trata de un ataque a la familia tradicional, y está pendiente de la resolución de esa demanda.
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La diputada Huilca concedió que en el Congreso “hay un buen nivel de sensibilización (respecto a la violencia contra la mujer); nadie va a decir que está de acuerdo con los casos de agresión que se ven”.
El asunto, sin embargo, “es cómo se construyen las respuestas al problema, y ahí he visto actitudes de algunos parlamentarios que tienen influencia en sus bancadas, y que no han tomado este problema como prioritario”, sostuvo.
La violencia machista está en forma permanente en la discusión nacional, algo que no se veía apenas 10 años atrás, coinciden las fuentes.
Se ha avanzado, pero no lo suficiente, concluyen.