Tras hablar por teléfono con la directora general del FMI, la francesa Christine Lagarde, Macri se dirigió a sus conciudadanos en un mensaje televisado de casi tres minutos de duración donde anunció la perentoria necesidad de aplicar esa decisión antipopular y arriesgada para fortalecer el crecimiento y evitar el colapso económico.
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El FMI impondrá a Argentina unos severos objetivos fiscales que acelerarán los recortes sociales y pueden provocar enfrentamientos más que dialécticos con los sindicatos y con los representantes del peronismo opositor. El tipo de ayuda que se gestionará con el Fondo será probablemente de la clase Acuerdo de Derecho de Giro o Stand-by. ¿Qué quiere decir eso? Una línea dura de crédito. Los "hombres de negro" de Lagarde exigirán un plan concreto de medidas que acelere la reducción del déficit público (actualmente el 3,9% del Producto Interno Bruto). En este tipo de acuerdos, el dinero del préstamo se va entregando a medida que se alcanzan los objetivos/exigencias pactadas.
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Macri intentaba atraer a ciertos sectores opositores en la creación de un frente más amplio, repitiendo los mensajes de calma y convicción para apaciguar así a los mercados cambiarios. No estaba teniendo demasiado éxito. El dólar estadounidense se ha encarecido más de un 20% en lo que va de año. A principios de abril estaba en las 20 unidades. Ahora cotiza a 24 pesos. Cuando el billete verde coge fuerza, todas las clases sociales argentinas, desde los más pudientes a los más necesitados, se echan a temblar.
Para frenar la fuerte devaluación del peso, el Banco Central ha estado ofertando dólares en el mercado de divisas y ha situado los tipos de interés en el ¡40%!, toda una barbaridad.
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La decisión de abrazar ahora al Fondo no ha gustado a nadie, ni siquiera a los más neoliberales, porque consideran que Macri ha jugado precipitadamente esta última baza pero que no ha conseguido una línea de crédito más flexible que sea capaz de resolver la falta de liquidez transitoria.
"El FMI tiene por supuesto una terrible historia en Argentina, en particular su papel a la hora de profundizar y prolongar la depresión de 1998-2001", admite Mark Weisbrot, co-director del Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR, según sus siglas en inglés).
Ahora vuelve la tormenta y trae granizo. Macri, en el poder desde 2015, se la está jugando. A cara o cruz. El remedio puede ser peor que la enfermedad. Por el bien de Latinoamérica, todos esperamos que no tenga que salir de la Casa Rosada como se vio obligado a hacerlo su predecesor, Fernando de la Rúa, desde la azotea del edificio gubernamental y en un helicóptero militar, para escapar así de las furibundas protestas ciudadanas que se producían en las calles vecinas.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK