Más temprano el presidente checo, Milos Zeman, declaró citando datos de la contrainteligencia civil y la inteligencia militar que en noviembre de 2017 se creó una pequeña cantidad de sustancia A230 en un centro checo de investigaciones científicas militares, en la ciudad de Brno, que fue destruida tras realizar las pruebas.
"En Chequia jamás se produjo, investigó ni almacenó ninguna sustancia del tipo Novichok, hecho que constataron los servicios especiales en sus comunicados", señala el documento.
Según el texto, "en 2017 en la República Checa comenzó un programa dirigido a proteger a sus militares y población de las armas de exterminio en masa".
"En el marco de este programa se probó también la sustancia del tipo Novichok A230", añade el comunicado.
El comunicado indica que en la primera fase del trabajo se llevó a cabo la microsíntesis de la sustancia Novichok A230, sin que se llevara a cabo su aislamiento, por lo cual, según la metodología de la Dirección Estatal de Seguridad Nuclear, este proceso no se considera ni producción ni creación de la sustancia.
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El producto obtenido fue destruido inmediatamente y no se llevó a cabo la siguiente fase de su producción, insiste el documento.
A su vez, la portavoz del Ministerio ruso de Asuntos Exteriores pone en duda las palabras del Gobierno checo.
"El presidente de la República Checa exhortó públicamente a sus subordinados a que dejen de ocultar la verdad sobre el desarrollo de 'Novichok', los militares checos se vieron obligados a admitir que se llevaron a cabo las pruebas y el desarrollo de 'Novichok', y tres días después, el primer ministro de la República Checa califica las palabras del presidente de un malentendido. ¡Esto es excelente! ¡Mentirosos!", escribió la portavoz en su cuenta de Twitter.
Serguéi Skripal, exoficial de la inteligencia militar rusa reclutado en los años 90 por el servicio secreto británico MI6 y naturalizado en el Reino Unido, y su hija Yulia, fueron hallados a principios de marzo pasado inconscientes cerca de un centro comercial en la ciudad británica de Salisbury.
Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongará por varios meses, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento y catalogó el arma como un agente neuroparalizante supuestamente desarrollada por químicos rusos.
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Moscú rechaza las acusaciones de Londres, que considera infundadas, y sigue reclamando acceso a las pruebas para poder colaborar con la investigación.
Hasta ahora sigue siendo una incógnita la procedencia de la toxina usada en el caso Skripal, solo se sabe que se trató de una sustancia neuroparalizante, como lo confirmó la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas en su informe.