"No hay ninguna guerra entre Rusia y Ucrania, son los nacionalistas que llegaron al poder tras el golpe de Estado de febrero de 2014 los que libran la guerra contra su propio pueblo, unos nacionalistas que no toleran opiniones diferentes y pretenden imponer su 'orden' por fuerza", dijo Lavrov.
Lavrov añadió que la crisis política que estalló en Ucrania a finales de 2013 fue provocada "por un grupo de países occidentales liderado por EEUU, que ve en el mundo entero una zona de influencia y que, aspirando a la excepcionalidad, se permite dividir los pueblos en 'los nuestros' y 'los ajenos'".
Al comentar la postura de la Unión Europea (UE) y de la OTAN respecto a la crisis ucraniana, Lavrov constató que "no es proucraniana y a la vez es absolutamente antirrusa".
El canciller ruso destacó, además, que "Alemania, Polonia y Francia, miembros de la UE, después de haber avalado un acuerdo para resolver la crisis entre el Gobierno ucraniano y la oposición (en febrero de 2014), no dudaron en renunciar a sus garantías una vez que el acuerdo fue pisoteado por los radicales" ucranianos.
"Y la OTAN, que antes del golpe en Ucrania había llamado al entonces presidente ucraniano (Víctor Yanukóvich) a no usar la fuerza contra los manifestantes, después del golpe cambió de tono y de repente comenzó a llamar a los golpistas y usurpadores del poder en Ucrania a usar 'de manera proporcional' la fuerza contra las regiones disconformes", denunció Lavrov.
Pese a que desde entonces se activaron varios mecanismos para conseguir una solución política de la crisis, entre ellos los Acuerdos de Minsk, hasta ahora no se ha logrado el cese de la violencia cuyo balance la ONU estima en más de 10.300 muertos.
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El 30 de abril, el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, firmó un decreto que puso fin a la denominada "operación antiterrorista" en Donbás y dio inicio a una "operación de las Fuerzas Conjuntas" bajo el mando de los militares.