Según el periodista, Turquía prefiere comprar los S-400 a Rusia por su precio, superioridad tecnológica, producción rápida y entrega sin condiciones previas.
Primero, Estados Unidos no quiere que Turquía sirva de 'mal ejemplo'. La economía estadounidense recibe enormes ingresos de la venta de armas.
Teniendo en cuenta que EEUU no siempre puede encontrar clientes tan buenos como Arabia Saudí, quiere conservar a sus compradores tradicionales por todo el mundo y mantener los ingresos de la venta de productos de defensa, señala el analista.
"EEUU cree que si Turquía recurre al mercado ruso, esto puede ir más allá de los S-400", agrega.
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En segundo lugar, Washington sabe muy bien que la dependencia militar implica dependencia política. Especialmente si el cliente se encuentra en una región turbulenta y no puede reducir sus gastos militares a corto plazo, entonces tiene que satisfacer las expectativas políticas del país al que desea comprar armas.
"La diversificación de los canales de adquisición de productos de defensa por Turquía, así como el fortalecimiento de la industria de defensa nacional tienen un significado especial desde el punto de vista de su transformación en un país más protegido ante presiones políticas", comenta Çağrı Erhan.
En cuarto lugar, EEUU cree que la decisión sobre dónde puede desplegar Turquía los sistemas de defensa aérea debe ser adoptada por Washington, y quiere evitar la aparición de una estructura que esté fuera del sistema de la OTAN. Es decir, de un sistema que no puedan controlar, aclara.
Dada la naturaleza pragmática de la política exterior de EEUU, se puede esperar que la actitud decidida de Turquía de adquirir los S-400 asuste a EEUU que seguirá criticando duramente este paso para evitar, al menos, que se tomen medidas similares en el futuro, concluye el autor.
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