Los ministros de Exteriores de los países del G7 nos la pusieron fácil a los periodistas: nos dieron el trabajo masticado. Y es que tras la cumbre, lanzaron declaraciones en las que cada una de sus frases fueron auténticos titulares para los medios de comunicación.
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Vistiéndose como juez y parte, y como buenos y aplicados alumnos, los declarantes lanzaron sentencias dirigidas contra su mayor enemigo, incluso mayor que los terroristas: Rusia.
"Estamos comprometidos con la defensa y la promoción del sistema internacional basado en unas reglas y que se opone contra la conducta irresponsable y desestabilizadora de Rusia, en particular contra la injerencia en los sistemas democráticos de otros países", reza el texto el comunicado emitido tras la reunión de los siete ministros de Exteriores en Toronto.
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"Nosotros los ministros de Exteriores de los países del G7 convenimos hoy en que no toleraremos este tipo de ataques contra nuestros valores democráticos y que son necesarias actuaciones coordinadas y cooperación para consolidar y reforzar nuestras instituciones y procesos democráticos frente a la injerencia externa de actores estatales y no estatales", zanjó la ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y en particular mencionó a Rusia.
"Hemos decidido crear en el G7 un grupo para estudiar la nefasta conducta rusa", dijo el ministro de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson.
Unas palabras a las que el subjefe del Comité para Asuntos Internacionales de la Duma de Estado rusa, Alexéi Chepa, decidió responder con humor. "Resulta difícil reaccionar y comentar estas afirmaciones tontas", dijo a Sputnik, al indicar que Johnson considera a las autoridades rusas como "alumnos traviesos, y a sí mismo como un profesor duro". "Creo que se equivoca, tal vez él mismo no era bueno en la escuela", ironizó.
"Tenemos la intención de dialogar con Rusia, al tiempo que consideramos a este país responsable de actos inapropiados. (…) Rusia sabe lo que tiene que hacer para restaurar las conversaciones", dijo un alto funcionario de EEUU.
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Estas palabras del analista nos conducen a otras frases para la colección emitidas en el comunicado final del encuentro: "Rusia debe proporcionar una divulgación completa y exhaustiva del programa Novichok no declarado previamente a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas conforme a sus obligaciones internacionales, así como a sus responsabilidades como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU para defender la paz y la seguridad internacional".
"Apoyamos plenamente los esfuerzos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia para aliviar el enorme sufrimiento del pueblo sirio mediante debilitamiento de la capacidad del régimen (del presidente Bashar) Asad de utilizar armas químicas y para prevenir su empleo en el futuro", señalaron a una voz los siete ministros en relación con el ataque de la tríada a Siria del pasado 13 de abril.
En este sentido, Zelaia incide en que "en principio, parece muy claro que existe un problema de fondo que va mucho más allá de anécdotas concretas, y actuaciones concretas, como las muy recientes en el caso Skripal o en el caso del falso ataque químico en Siria".
"Esta actuaciones son evidentemente gravísimas. Ya está constatado que el Reino Unido, en particular los servicios secretos británicos, han tenido un papel fundamental en la organización de dos campañas contra Siria y contra Rusia claramente infundadas y con claros objetivos desestabilizadores, que incluso en el caso de Siria, hay que considerar como un crimen de guerra", enfatiza Zelaia.
"Esto no es nuevo en la política británica. Conocemos el caso de (el ex primer ministro) Tony Blair que por algo similar con el desastroso resultado de la invasión a Irak ha tenido que gestionar un largo periplo por los tribunales, precisamente bajo la acusación de crímenes de guerra y de haber organizado aquella extraordinaria mentira en la cual se basó la destrucción de todo un país", recuerda Adrián Zelaia.