En repetidas ocasiones en Sputnik te hemos mostrado cuán preocupante es la crisis del plástico: inmensas islas de basura en el agua, bolsas de nylon que terminan en el estómago de los animales marinos, zonas paradisíacas contaminadas por pilas de desechos que permanecerán por siglos, todo como producto del círculo vicioso del consumo.
Ese material está presente en las botellas de agua o refrescos, en la vestimenta y en los embalajes, gracias a su aspecto cristalino, su larga durabilidad y resistencia a la degradación. Según los científicos detrás de este hallazgo, la bacteria japonesa "tiene la habilidad inusual de usar el PET como su mayor fuente de carbono y energía para crecer".
"Especialmente en la década pasada, ha habido múltiples estudios fundacionales que reportan enzimas que pueden degradar el PET, pero, en nuestro conocimiento, esos trabajos no han conectado la degradación enzimática extracelular del PET con el catabolismo en un mismo microbio", afirma el estudio.
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Juntas, actúan de manera sinérgica y reducen a días un período que en la naturaleza llevaría cientos de años. Si bien esta capacidad parece milagrosa, no alcanza por sí sola para su utilización a gran escala y aún queda mucho por determinar.
El PET, un material destinado al descarte
El escaso reciclaje de PET existente es a través de métodos mecánicos. Por ejemplo, una botella luego es transformada en fibras textiles, pero luego indefectiblemente llega un punto en el que se descarta.
"Dada la resistencia del PET, se proyecta en cientos de años la persistencia de la fracción de este flujo de plástico que se termina en basurales o llega a la naturaleza", comentan los especialistas.
Un equipo conjunto del Laboratorio de Energías Renovables de EEUU (NREL, por sus siglas en inglés) y la Universidad de Portsmouth trabajaba en esta hipótesis e intentaba descifrar la estructura cristalina de la PETasa, pero por error terminó creando una molécula mucho más potente.
Esto da esperanzas para que a través de la "ingeniería de proteínas" se pueda llegar a una solución para la crisis que generan los desechos que persisten durante siglos en la naturaleza, con catastróficas consecuencias.
"A pesar de que la mejora es modesta, el insospechado descubrimiento sugiere que hay mucho más espacio para mejorar estas enzimas, acercando a los científicos a la solución de una creciente cantidad de plásticos descartados que toman siglos para biodegradarse", según una nota de prensa del NERL.