La principal fuerza de ataque fue el nuevo sistema de misiles antiaéreos multicanal Buk-M2, que Siria compró a Rusia poco antes de la guerra.
"Además de su plataforma de fuego multicanal autopropulsada, el Buk-M2 tiene un radar equipado con una antena que se eleva hasta los 22,5 metros en dos minutos. Esto expande la zona de cobertura, por lo que es capaz de encontrar misiles de crucero que operan a altitudes extremadamente bajas. Si los otros medios de defensa aérea, que no cuentan con una antena tan alta, pueden disparar a un misil de crucero que vuela a una altura de 15 metros en un radio de entre 12 y 15 kilómetros, el Buk-M2 puede disparar a una distancia de entre 40 y 42 kilómetros", explicó Luzán al periódico ruso Vzglyad.
Cada uno de estos sistemas puede atacar simultáneamente cuatro blancos diferentes y cada división cuenta con seis unidades y radares. En un ataque, una división es capaz de derribar hasta 24 misiles de crucero, o hasta 30 o 40 misiles si están de frente".
Además de estos sistemas, Siria adquirió de Rusia antes del estallido de la guerra varios sistemas Pantsir-S1. Este no posee una antena tan elevada, pero tiene un tiempo de reacción corto, por lo que logra neutralizar un misil de crucero a corta distancia. De acuerdo con Luzán, precisamente los Buk-M2 y los Pantsir fueron el principal medio para destruir misiles enemigos.
La cantidad de misiles interceptados por los sirios no es un resultado alto, sino fantástico, afirmó el excomandante del 4° Ejército aéreo de la Fuerza Aérea de Rusia, Valeri Gorbenko.
"La eficacia del ataque (de la coalición occidental) no fue alta", subrayó Gorbenko.
Un sistema de defensa aérea es considerado exitoso si intercepta más del 60% de los objetivos, recordó Luzán.
Al mismo tiempo, Gorbenko señaló que este índice de eficacia tan alto se logró únicamente gracias a Rusia, que ayudó a Siria a reconstruir sus sistemas de misiles antiaéreos. Además, los programas de entrenamiento que impartieron los instructores militares rusos a los sirios desempeñaron un papel importante.
Como señalan los periodistas de Vzglyad, EEUU no consideró los sistemas sirios de defensa aérea como un objetivo en sí, aunque en un conflicto estándar son estos precisamente el blanco número uno.
Según Luzán, EEUU y sus aliados solo crearon un "gran ruido" y no es la primera vez. "Ya se dio un ataque contra un aeródromo en Siria. Lanzaron 58 misiles Tomahawk. De estos, 38 fueron derribados, y los que alcanzaron el aeródromo no causaron ningún daño material tangible, por lo que al día siguiente los aviones comenzaron a despegar de este aeródromo. Por lo tanto, esta vez también tienen un objetivo propagandístico", dijo.
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El especialista ruso hizo hincapié en que los misiles antiaéreos pueden ser atacados con misiles antirradar como el AGM-88 HARM, que tiene un alcance de entre 50 y 60 kilómetros. "En este caso, su medio de transporte, un avión F-15 o F-16, debe aproximarse entre 50 y 60 kilómetros al objetivo. Esto significa una amenaza para la aeronave, ya que puede ser atacado por la defensa aérea. Por lo tanto, siguieron el camino más simple: utilizaron misiles de crucero de largo alcance. Para lanzarlos no se necesita entrar en la zona de ataque del sistema de defensa aérea", señaló el experto.
Durante el bombardeo nocturno, las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia también obtuvieron una experiencia invaluable. Los sistemas rusos S-300 y S-400 en Siria detectaron y escoltaron los misiles occidentales, recopilando información para su análisis y estudio posterior.