El exmandatario salió del edificio andando, rodeado de simpatizantes, que formaron un tumulto, dado que muchos de ellos intentaban impedir la salida del expresidente para evitar que entrara en la cárcel.

Era el segundo intento del líder del Partido de los Trabajadores (PT) de salir del edificio y entregarse a la policía; poco antes lo había intentado a bordo de un vehículo, pero decenas de simpatizantes bloquearon una salida con una valla.
Después, líderes del partido, como la propia presidenta Gleisi Hoffmann, salieron a la calle para tratar de apaciguar los ánimos y convencer a los seguidores de que lo mejor era permitir que Lula se entregara, porque de lo contrario su situación legal podría empeorar.

Lula fue condenado a 12 años y un mes por delitos de corrupción y blanqueo de dinero y el juez Moro ordenó que se presentase ante la policía antes de la tarde del viernes, aunque no lo hizo.
El expresidente permaneció durante todo este tiempo en la sede del Sindicato de Metalúergicos de São Bernardo do Campo, rodeado de la cúpula del partido, familiares, amigos y miles de seguidores.
Mientras tanto sus abogados presentaron recursos de última hora ante el Tribunal Superior de Justicia y el Tribunal Supremo Federal para pedir que se mantuviera en libertad, pero ambos fueron negados.