Sputnik te acerca siete supersticiones rusas que tendrás que tener en cuenta al visitar este país.
1. Saludarse o despedirse en el umbral de la puerta traerá una disputa
Al visitar o recibir en tu casa a unos rusos, no te apresures a saludarlos. Primero entra en la habitación o deja entrar y luego se intercambian las muestras de afecto. Esto es igual de cierto para los apretones de manos como para los besos en la mejilla.
Para los rusos, el umbral de la puerta ocupa un lugar muy especial en su sistema de creencias. Se trata de una especie de barrera entre el hogar y el mundo exterior que los espíritus malignos pueden atravesar si se rompen las reglas con un comportamiento inapropiado. Y, aunque hoy en día nadie cree en demonios ni fantasmas, saludarse a través del umbral simplemente es considerado indecente.
2. Si te sientas entre dos personas con un mismo nombre, pide un deseo
Si por un momento descubres que permaneces sentado entre dos personas con un mismo nombre, apresúrate a pedir un deseo, porque seguro que se te cumplirá.
Esta superstición se remonta a la antigüedad, cuando a las personas se les ponía el nombre que correspondía al santo del día en el que nacieron. Encontrarte a dos personas con el mismo nombre era una cuestión no solo de suerte, sino que ambos estaban bajo la protección de un mismo patrón en los cielos. Esto permitía a quien se encontrase entre estos dos tocayos pedir un deseo que su patrón probablemente cumpliría.
3. Sentado en la esquina de la mesa, siete años de soltero
La mesa del banquete ocupa un lugar muy especial en las celebraciones rusas. Y con ella está relacionada una de las pocas supersticiones que lo rusos modernos se toman muy en serio: si estás soltero(a) y deseas casarte en un futuro próximo, nunca te sientes en la esquina de la mesa.
En el sistema de creencias eslavo, las esquinas tienen propiedades casi místicas. Los íconos de Jesús y los santos suelen ubicarse en las esquinas convexas del hogar, ya que se cree que retienen la energía positiva. Los ángulos cóncavos, al contrario, irradian energía negativa y atraen la desgracia.
4. Un estornudo es una prueba de veracidad
A veces afirmamos cosas que no hay manera de comprobar en el momento. Sin embargo, entre los rusos se suele creer de manera un poco humorística que si alguien estornuda después de cualquier afirmación, es que esta última es totalmente cierta.
Lea también: La razón por la que nunca deberías aguantarte un estornudo
5. Silbar en casa espanta el dinero
En la cultura popular occidental, silbar alguna que otra melodía no es nada malo. Al contrario, significa que estás de buen humor o incluso puede ser una demostración bien expresiva de lo que estás sintiendo. ¡Pero no se te ocurra silbar en Rusia bajo techo!
Según la superstición rusa moderna, silbar en casa espanta el dinero. El folclore eslavo apunta que el silbido podía ofender al Domovói, el duende que vive y protege el hogar. Hoy en día, más que un mal presagio, el silbido bajo techo es considerado como un acto de mala educación. Puedes (y debes) silbar durante los partidos de fútbol, puedes hacerlo en medio de una danza cosaca, incluso puedes silbar tu melodía preferida caminando por la calle, pero nunca, jamás, se te ocurra hacerlo de visita en casa de un ruso.
6. Antes de emprender un largo viaje, toma asiento
Una vez tengas tu maleta preparada, la ropa puesta y las llaves en la mano, los rusos suelen sentarse y permanecer en silencio por unos instantes antes de abandonar su casa. Salir de casa apurado es un mal presagio.
Más que una superstición, hoy en día es una tradición que tiene fines totalmente pragmáticos: usualmente es en esos instantes de calma antes de salir cuando se tiene un poco de tiempo para verificar en tu memoria que hayas tomado tu pasaporte, cerrado todas las ventanas, apagado la plancha o dejado comida a tu mascota.
7. ¿Te atacó el hipo? Es que alguien piensa en ti
Si te ha dado un ataque de hipo y no puedes frenarlo, seguramente es que alguien te está recordando, creen los rusos. Para saber quién es y a la vez frenar el hipo, deberás recordar los nombres de las personas que te vengan a la mente uno por uno y en cuanto se te acabe el hipo, sabrás quién fue el culpable.