Los responsables del estudio, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), revelan en Nature que los últimos neandertales del continente están más estrechamente ligados genéticamente con los individuos que aportaron parte de su ADN al hombre de Cromañón —los antepasados del humano moderno— que con un neandertal que vivió hace 122.000 años en Siberia. Este hecho indica que, a pesar de que el 'Homo neanderthalensis' tardío secuenciado convivió en Europa junto con el 'Homo sapiens', no se produjo intercambio de información genética de este a aquel.
"Probablemente el flujo de genes fuese, principalmente, unidireccional: desde los neandertales hasta los humanos modernos", dice Svante Paäbo, director del Instituto Max Planck de Leipzig.
Los individuos que fueron analizados vivieron en las cuevas de lo que actualmente es Bélgica, Croacia, Francia y el Cáucaso ruso justo antes de que la especie se extinguiese.
El número de neandertales cuyo genoma se ha logrado secuenciar es muy limitado, ya que la calidad del material es deplorable y ya de por sí existen pocos especímenes. Y es que los genetistas deben eliminar los microbios y el ADN contaminado para poder contar con resultados fiables. En esta ocasión han sido fragmentos de hueso y de dientes, todos analizados con las nuevas tecnologías que el propio instituto Max Planck ha logrado desarrollar.
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"Contar con más genomas neandertales nos permite descubrir cuál es el que más se acerca a la población neandertal que se mezcló con los ancestros de los africanos actuales", añade Mateja Hajdinjak, la investigadora y autora principal de la investigación, al portal Sinc.