Estudios han revelado que existe una probabilidad de una entre 2.700 de que el asteroide Bennu, cuyo diámetro es de cerca de 1.600 pies —unos 488 metros—, se estrelle contra la Tierra en septiembre de 2135. Una colisión de este cuerpo celeste contra nuestro planeta desencadenaría una explosión de 1,15 gigatoneladas de energía, es decir, una explosión cerca de 23 veces más grande que la de la mayor bomba de hidrógeno existente.
Incluso la más avanzada tecnología existente resultaría ineficaz para desviar esa roca espacial de su ruta de colisión. Por esa razón, los científicos ahora investigan la posibilidad de utilizar una nave espacial especialmente diseñada para golpear con explosiones nucleares los objetos cósmicos que se acerquen de la Tierra y, así, desviar tales cuerpos celestes.
Aunque sería posible desviar un objeto próximo a la Tierra (NEO, por sus siglas en inglés) al golpearlo con un dispositivo 'impactador', los expertos consideran que una explosión nuclear podría ser la mejor opción si el tiempo es corto. Si un grande asteroide se dirige hacia la Tierra con poca advertencia, el análisis sugiere que sólo una explosión nuclear evitaría un impacto de manera segura.
Científicos de la NASA y de la Administración Nacional de Seguridad Nuclear de Estados Unidos han desarrollado un plan para la llamada Misión de Hipervelocidad de Mitigación de Asteroides para Respuesta a Emergencias (HAMMER, por sus siglas en inglés). La nave espacial HAMMER, de 8,8 toneladas, podría ser utilizada para dirigirse directamente hacia un pequeño asteroide o explotar dicho cuerpo celeste con un dispositivo nuclear.
Pero incluso si tomamos en cuenta las mayores ojivas que la nave fuese capaz de llevar, sería necesario golpear al asteroide Bennu décadas antes de que se acercara a la Tierra. Algunos investigadores, consultados por el portal news.com.au, consideran que un intento de desviar a Bennu 10 años antes del impacto necesitaría al menos 53 ojivas.
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El alto coste de la iniciativa también preocupa a los expertos. Aunque el valor de cada una de esas ojivas todavía no es conocido, el simple envío de la sonda espacial OSIRIS-REx para estudiar Bennu tiene un coste de unos 1.000 millones de dólares.
La opción preferida entre los científicos es simplemente 'golpear' a Bennu para cambiar su trayectoria, sin la fuerza suficiente para romperlo. Pero esos 'golpes' suaves tienen un plazo de caducidad. Si es demasiado tarde, entonces la única opción sería, de hecho, explotar el asteroide. Por lo tanto, los investigadores destacan la urgencia en encontrar soluciones para lidiar con el problema.
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