El estudio desarrollado por científicos de la Universidad Pompeu Fabra, la Universidad Jaume I y la Universidad Nebrija de España logró medir cómo la respuesta del cerebro al miedo no es la misma si nos asustamos en nuestra lengua materna o en un idioma extranjero.
El experimento tomó a un grupo de 54 estudiantes universitarios, que fueron sometidos a diferentes pruebas a partir de estímulos. La mitad de los participantes lo hizo en su lengua nativa (español), y la otra mitad en inglés, idioma en el que tenían un muy buen nivel.
Para el análisis los investigadores midieron la dilatación de las pupilas de los participantes y la resistencia galvánica de la piel, que depende de la sudoración.
Estos índices son unos de los más fiables para percibir el condicionamiento al miedo.
A partir de este estudio comparativo, los investigadores concluyeron que el uso de una lengua extranjera condiciona las emociones.
"El hecho de aprender una lengua extranjera dentro de un contexto académico o escolar tiene la implicancia que las vivencias o experiencias emocionales que desarrollamos con esa lengua son limitadas. Porque están contextualizadas siempre en el ámbito escolar o institucional", explicó a Sputnik Jon Andoni Duñabeitia, de la Universidad Nebrija de España.
El uso de un idioma extranjero dentro de una terapia, al disminuir la intensidad emocional, ayuda a destrabar miedos o el estrés postraumático de manera más rápida que en el idioma nativo.
"Podemos poner a la gente a trabajar en lengua extranjera. Ya que si realmente nos convertimos en más utilitaristas, un poco más racionales, podremos llegar al fin deseado, que es solucionar el conflicto", señaló el investigador.