La séptima ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que concluyó hace unas horas con una conferencia ministerial en un lujoso hotel de la ciudad de México, puso al descubierto las tensiones entre los Gobiernos de Canadá, EEUU y México. Los tres países comenzaron a realizar encuentros para trabajar en la modernización del tratado desde agosto del año pasado y, no obstante, hasta el momento siguen sin poder alcanzar un acuerdo definitivo.
La 'buena química' que varios de los integrantes de los grupos de negociación dicen tener entre ellos contrasta con los pobres resultados registrados hasta ahora. Las diferencias de opinión sobre el TLCAN entre el ejecutivo de EEUU por un lado, y Canadá y México por el otro, son muy evidentes.
Mientras que para el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y el presidente de México, Enrique Peña Nieto, el TLCAN es un acuerdo comercial que ha producido beneficios para los tres países, para Trump constituye el peor tratado firmado en la historia de EEUU.
La intransigencia persistente de Trump
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Los Gobiernos de Canadá y México se resisten a aceptar todas y cada una de las propuestas que la Administración estadounidense ha puesto sobre la mesa. Varias de ellas las consideran totalmente inaceptables. Las reglas de origen y los paneles de solución de controversias son algunos de los temas que, por las grandes divergencias entre las partes, se han venido aplazando a lo largo de las siete rondas de negociaciones.
"Comprometámosnos a evaluar cada cinco años la continuidad del Tratado. Y no pautar una muerte súbita", apuntó Guajardo el noviembre pasado.
Las reglas de origen es otro rubro de gran tensión. Parece imposible adoptar una postura en común. EEUU busca elevar el contenido nacional de las mercancías producidas por los países que integran el TLCAN.
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El Gobierno canadiense, por su parte, intentó aliviar las exigencias de Trump a través de 'propuestas creativas', sugiriendo a EEUU que para calcular el valor de los vehículos, se tomaran en cuenta otros factores como el sistema de software. La propuesta no tuvo eco: Washington rechazó el planteamiento. Así las cosas, en las últimas rondas los equipos de negociación se han declarado dispuestos a abordar los temas de mayor controversia pero no hay resultados concretos.
Todo va bien para el Gobierno de Peña Nieto
El panorama para Canadá y México se ha vuelto más sombrío durante los últimos días. El TLCAN se tambalea. Sucede que en plena negociación de la séptima ronda, Trump anunció vía Twitter su decisión de imponer aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio. A su juicio, las guerras comerciales son fáciles de ganar, e indispensables para robustecer la industria de EEUU que, desde hace muchos años, se encuentra en franco declive por la firma de pésimos acuerdos comerciales.
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A pesar de todo, llama la atención que el ánimo entre los funcionarios del Gobierno de México no decae. Para ellos, las amenazas proteccionistas de Trump no contaminan en absoluto las negociaciones del acuerdo comercial. Les da lo mismo que Trump haya condicionado la aprobación del TLCAN a la construcción de un muro fronterizo. Tampoco parece importarles que, semanas antes, Peña Nieto se haya visto obligado a cancelar su visita oficial a EEUU luego de hablar por teléfono con Trump. En definitiva, se tomaron muy en serio aquella frase de que el optimismo mata al último.
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