La intervención en Río "es una jugada maestra, pero no es una jugada electoral, yo soy candidato a hacer un buen Gobierno (…) Mis circunstancias dictan mi conducta, no voy a ser candidato", aseguró Temer en una entrevista con la radio Bandeirantes.
Sin embargo, fue el propio Temer quien descartó la idea por ser "una cosa muy radical", subrayó.
El presidente brasileño también anunció que el 26 de febrero nombrará al nuevo ministro de Seguridad Pública, un cargo de nuevo cuño que servirá para coordinar las acciones de vigilancia entre los diferentes estados.
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En Brasil las competencias en seguridad dependen de los 22 estados y muchos analistas critican que la falta de un trabajo conjunto impide mayores avances en la lucha contra la violencia y especialmente contra el narcotráfico.
La intervención en Río impide que mientras esté en vigor se hagan cambios en la Constitución y para modificar las pensiones es preciso hacerlo, por lo que el Gobierno encontró un pretexto para frenar un texto que no contaba con los apoyos suficientes para salir adelante.
La prensa brasileña especuló en los últimos días que colocar los militares en las calles Río sería una maniobra para seducir a electores simpatizantes con el líder ultraderechista Jair Bolsonaro (Partido Social Cristiano).
Este militar de la reserva aparece segundo en todas las encuestas, solo superado por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Con 77 años, Temer es el presidente más impopular en la historia de Brasil: las encuestas más recientes del instituto de opinión Datafolha (del mes de enero) le otorgan únicamente un 1% de intención de voto.