"Es una nueva violencia contra el cuadro institucional del país que apunta un paso más hacia la profundización del Estado de Excepción en Brasil", aseguró la exmandataria del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
"El régimen está cerrando sus garras contra los brasileños más vulnerables y que necesitan más Justicia", lamentó la expresidenta, en referencia a las consecuencias que la intervención militar pueda tener entre la población de las favelas y los suburbios delas grandes ciudades, históricamente la más castigada por la violencia.
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En ese sentido rechazó la intención del Gobierno de autorizar mandatos colectivos de búsqueda, aprehensión y captura, lo que en la práctica quiere decir que los militares tendrían autorización para buscar a un sospechosos no sólo en un domicilio específico, sino en un barrio, favela o región de la ciudad entera.
"Es una de las más graves violaciones a los derechos civiles que Brasil vive desde el fin de la dictadura", subrayó.
La presencia del Ejército en las calles de Río de Janeiro no es una novedad (ocurre de forma puntual desde 1992, cuando repunta la violencia de forma descontrolada), aunque sí es la primera vez en que las Fuerzas Armadas no actúan como forma de apoyo sino liderando la estrategia de seguridad.
Durante sus años de Gobierno Rousseff envió los militares a Río de Janeiro en varias ocasiones, como en las ocupaciones de las favelas del Complexo da Maré y del Complexo do Alemão, que duraron meses pero ofrecieron escasos resultados.