El giro latino de China se dejó ver en Santiago (Chile) durante la II Reunión Ministerial del Foro Celac-China, en la que el país asiático pudo discutir, con las naciones latinoamericanas y del Caribe, temas relacionados con la agroindustria, las infraestructuras y la innovación tecnológica.
"Y entonces lo dejó caer. América Latina debería jugar un papel importante en la Nueva Ruta de la Seda. Pekín quiere darle un empujón a sus conexiones y a la infraestructura en toda la región latinoamericana con más acuerdos en camino. El objetivo es establecer conexiones por todo el continente que converjan en la costa del Pacífico y que pasen por las rutas marítimas hasta la costa china", explica Pepe Escobar en su artículo en Asia Times.
"Las infraestructuras de las tres potencias latinoamericanas, Brasil, Argentina y México —que resultan también ser miembros del G20— están en plena expansión, lo cual es compatible y cuadra con el plan de Pekín", añade el autor.
Lea más: Chile es el puente para que China se acerque a América Latina
¿Potencias imperiales?
Sin embargo, los planes de China para América Latina no han sentado muy bien en Washington, que lleva practicando una política exterior muy crítica con China basándose en las sospechas de que el auge del gigante asiático puede convertirse en una amenaza para la presencia de EEUU más allá de sus costas.
Esa llamada de atención de Washington contrasta con el desdén que el propio país norteamericano ha ido mostrando hacia los países del sur de América. La ausencia de visitas de Donald Trump a alguno de los países latinos desde que llegó a la Casa Blanca y el ya célebre "países de mierda" contrastan con las tres veces que el presidente chino ha pisado Latinoamérica desde 2012, señala Escobar.
Lea más: Los ambiciosos planes de China para América Latina
"Y China sigue avanzando [en la región], económica y geopolíticamente (…) y parece que seguirá siendo la tendencia. Washington va a necesitar apostar por un juego más sofisticado si quiere competir económicamente con China", advierte, y recuerda que la política que EEUU practica en Latinoamérica gozó, en 2017, del favor del 24% de los países del sur frente al 49% en 2016.