"Una máquina, cualquier robot, es la suma total de las formas en que lo usamos. […] No le tengo miedo a los robots, le tengo miedo a la gente. Quiero que los humanos sigan siendo humanos", escribió el escritor Ray Bradbury en 1974 en una carta que envió a su colega inglés Brian Sibley.
Yang realizó un estudio en el que consultó a expertos internacionales sobre cuáles son los retos que la robótica deberá sortear para poder seguir desarrollándose. Aquí el decálogo que publicó Science Robotics:
1. Desarrollar nuevos materiales y esquemas de fabricación para lograr una nueva generación de robots que sean multifuncionales, eficientes en el uso de energía, compatibles y autónomos de forma similar a los organismos biológicos.
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2. Traducir los principios biológicos fundamentales en reglas de diseño de ingeniería para poder integrar componentes vivos en estructuras sintéticas y crear robots que funcionen como sistemas naturales.
3. Encontrar nuevas fuentes de energía, tecnologías de batería y esquemas de recolección de energía para que los robots móviles puedan funcionar por más tiempo.
4. Desarrollar enjambres de robots: unidades modulares simples que unidas a otras se reconfiguran para realizar otras tareas.
5. Apostar a la navegación y exploración en entornos extremos, como las profundidades marinas, con robots que se adapten rápidamente a nuevos entornos, se puedan recuperar de las fallas y aprender.
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6. Enseñar a las máquinas a aprender: la inteligencia artificial tiene un gran reto por delante.
7. Crear interfaces cerebro-computadora (BCI) para controlar sin problemas las neuroprótesis periféricas, dispositivos de estimulación eléctrica funcional y exoesqueletos.
8. Desarrollar robots que comprendan las dinámicas sociales humanas y las normas morales para que pueda integrarse verdaderamente a la vida social, mostrando empatía y comportamientos sociales naturales.
9. Robótica médica más autónoma, sin perder de vista los desafíos legales, éticos y técnicos.
10. Hacer todo lo anterior de forma ética y segura.
También puede servir para dar batalla "al hambre, la pobreza, la ignorancia, la desigualdad y los atroces niveles de vida" en los que viven muchos. También para gestionar "la creciente complejidad de nuestras sociedades, desde las megaciudades hasta la producción industrial".
Sin embargo, sigue existiendo el riesgo de que podamos utilizar mal la robótica y la inteligencia artificial. Yang sostiene que "deberíamos estar preocupados por la verdadera ignorancia humana, no por la fantasía de la superinteligencia artificial".