Sputnik te cuenta los detalles poco conocidos de estos inusuales viajes del exlíder norcoreano.
Según la versión no oficial, Kim Jong-il nació el 16 de febrero de 1941 en la localidad de Viátskoye, a 70 kilómetros de la ciudad de Jabárovsk, en el Lejano Oriente soviético. Muchos consideran que esta es la causa de su amor por Rusia.
El tren del 'Amado Líder'
Estos viajes se destacaron por un detalle insólito: en las tres ocasiones en las que el entonces líder atravesó el territorio ruso, lo hizo en su tren personal compuesto de 17 vagones.
Los rumores afirman que Kim Jong-il sufría de aerofobia —miedo a volar— y temía por su seguridad. Por eso se abstenía de viajar en aviones y no salía al extranjero a menos de que fuera estrictamente necesario.
El tren de Kim Jong-il era de producción soviética, aunque según varias fuentes fue modernizado en Japón. Se cree que el vagón para mantener negociaciones fue regalado al padre de Kim Jong-il —el primer mandatario del país, Kim Il-sung— por el líder soviético Iósif Stalin.
El ferrocarril estaba equipado con su propia fuente de energía y dispositivos electrónicos que se consideraban modernos para la época. Además, disponía de conexión vía satélite, acceso a internet y potentes computadoras.
La 'fortaleza ferroviaria' del líder norcoreano no solo era un transporte seguro, sino también confortable, tal y como explicó en 2001 el entonces representante plenipotenciario del presidente de la Federación de Rusia en el Distrito Federal del Lejano Oriente, Konstantín Pulikovski, quien acompañó a Kim Jong-il en su viaje por Rusia entre julio y agosto de aquel mismo año.
Para reforzar todavía más la seguridad, la 'fortaleza' de Kim era precedida siempre por un 'tren de reconocimiento' con el que mantenía una distancia de unos diez minutos de viaje.
Asimismo, había otro tren que iba detrás del de Kim Jong-il y cuyo objetivo era prevenir que un vehículo desconocido alcanzara y atacara al principal por detrás. Esta era una situación muy improbable, pero todo era posible, explicó Pulikovski.
A través de la inmensidad de Siberia
Kim Jong-il realizó su primera visita oficial a Rusia entre el 26 de julio y el 18 agosto de 2001. En aquel entonces el mandatario pasó más de tres semanas en Rusia y recorrió un largo camino de más de 10.000 kilómetros.
El líder norcoreano cruzó la frontera entre Rusia y Corea del Norte por la región rusa de Primorie y viajó directamente a Moscú para después desplazarse a San Petersburgo.











En la capital rusa el jefe de Estado norcoreano mantuvo negociaciones con el presidente ruso, Vladímir Putin. El principal fruto de estas conversaciones fue la firma de la Declaración de Moscú, que ponía de relieve la voluntad de ambas partes de ampliar la cooperación en lo económico y comercial.
En Omsk —una ciudad de poco más de un millón de habitantes— visitó el Instituto de Estudios Agrarios, mientras que durante su estancia en Novosibirsk estuvo en la Planta de Aviación Chkálov.
Según señalaron los medios, el viaje de tres semanas de Kim Jong-il demostró que Moscú y Pyongyang habían superado todas las discrepancias que surgieron tras la disolución de la URSS. Varios expertos subrayan la coincidencia de que la mejora de las relaciones entre Rusia y Corea del Norte resultara en la reanudación del diálogo intercoreano.
De regreso al Lejano Oriente ruso
Un año después, Kim Jong-il volvió a Rusia. Esta vez se limitó a pasar por varias ciudades del Lejano Oriente ruso como Vladivostok, Jabárovsk y Komsomolsk del Amur.

Durante su segunda visita oficial, el líder norcoreano recorrió importantes complejos industriales de la región, incluida una planta de aviación, una fábrica farmacéutica o una fábrica de pan. Algo que pone de relieve que el mandatario estaba especialmente interesado en el potencial económico e industrial de Rusia.
Su último viaje
Su siguiente visita oficial tardó nueve años en llegar. A finales de agosto de 2011, Kim Jong-il llegó en secreto a la ciudad de Ulán Udé, en la república rusa de Buriatia. Durante su tercer viaje por tierras rusas, el líder norcoreano estuvo en el lago Baikal, probó la gastronomía buriata y rindió homenaje al monumento de Lenin, en el centro de la capital de esta república.
La meta principal del viaje era mantener una reunión con el entonces presidente ruso, Dmitri Medvédev. Tras el encuentro entre ambos mandatarios, Rusia condonó el 90% de lo que Corea del Norte debía a la URSS, es decir, 11.000 millones de dólares.
El portavoz del presidente ruso, Dmitri Peskov, explicó en aquel entonces a que la cancelación de la visita se debió a "asuntos internos de Corea".
Las recientes declaraciones del embajador ruso afirman que hay que esperar todavía más tiempo para ver al actual líder norcoreano paseando por las calles rusas.