Desde su elección como sumo pontífice en 2013, Francisco puso la mira en América Latina. En poco menos de cinco años de papado, llegó en seis visitas pastorales que recorrieron ocho países de la región, una de las que concentra la mayor cantidad de fieles católicos en todo el mundo.
En este tiempo, se ha transformado en un líder mundial emblemático incluso entre los que no profesan su fe. Francisco retomó la figura del pontífice mediático iniciada por Juan Pablo II —llamado popularmente el 'papa viajero'—, en contraposición a su antecesor Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), más apegado a la imagen tradicional del santo padre.
Un papa cercano al pueblo
"Francisco viene a recuperar —incluso de manera mucho más radical que Juan Pablo II— la imagen del papa próximo a la gente, que viene a reformar una iglesia que está en una crisis extrema", explicó a Sputnik el antropólogo Nicolás Guigou, catedrático e investigador de la Universidad de la República (Uruguay).
A través de sus discursos se ha ganado la admiración de las multitudes por su postura cercana a los movimientos sociales, sus visiones ecuménicas, su actitud menos condenatoria de las minorías sexuales y sus encíclicas a favor del medioambiente, explicó el experto.
"Hay una infinidad de ateos, agnósticos, judíos, evangélicos que en este momento son simpatizantes del papa y les cae mejor, justamente por su discurso que considera las luchas sociales y el derecho de los pueblos originarios. (…) Es un papa que quiere colocarse del lado no solo de los sectores populares sino de determinadas ideas de justicia social", dijo Guigou.
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Esto ha llevado a que Francisco atraiga la simpatía de individuos que "no necesariamente" la tienen hacia la Iglesia católica. Se trata, a criterio del experto, del caso "tal vez más radical de diferencia entre la figura del papa y la institución propiamente dicha".
"Daría la impresión que la figura del papa es una institución en sí misma", consideró el catedrático uruguayo.
Conocer el pasado de Bergoglio para entender a Francisco
Como arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio jugó un rol muy importante en la redacción del documento de Aparecida de 2007, llamado así por la ciudad que alberga el Santuario Nacional de Brasil, sede de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
Allí se sientan las bases de un catolicismo más preocupado por "la dimensión social y la pobreza", que tiene ciertos puntos de contacto con la Teología de la Liberación, una corriente con raíces en los años 60 que prosperó en los sectores más populares. Esto llevó a que la imagen del pontífice fuera "reapropiada" por movimientos sociales, tanto católicos como no.
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Por ejemplo, en Argentina, su tierra natal, una coyuntura de fuerte polarización política y social influye de manera notoria en la lectura de sus acciones. Brasil, donde la Iglesia tiene una tradición "muy popular", recibió de manera "muy positiva" al papa. En Chile, que ha atravesado un proceso de secularización acelerada, la presencia del santo padre generó mucha controversia. Y así sucesivamente con el resto de países de América Latina.
"Bergoglio tiene intervenciones que con la capacidad de ser leídas de modos distintos. A veces sus seguidores se entusiasman más de lo que el papa dice. Ves el efecto de los medios cuando el papa dice algo y el efecto que se produce es mayor", comentó Viotti.
Francisco, ante el desafío de "recatolizar" América Latina
El origen argentino del papa, además, juega un rol importante, pues así como el polaco Juan Pablo II rompió con la tradición de los papas italianos, Francisco se volvió el primer latinoamericano en ostentar ese cargo. Así, juega de local en sus visitas a una región donde la Iglesia se enfrenta a desafíos. Entre ellas están las diferencias del pontífice con las jerarquías eclesiásticas locales.
"No es tan fácil para el papa ni reformar el Vaticano, ni reformular las diferencias con las Iglesias latinoamericanas que también están en caída. La expansión de los evangélicos y los pentecostales ha sido tan grande en las últimas décadas que creo que la Iglesia católica tampoco está pronta para un competidor con tantas posibilidades", comentó el catedrático de la Universidad de la República.
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La Iglesia católica, sin embargo, tiene elementos a su favor como la existencia de un Estado propio —la Ciudad del Vaticano—, un hecho que le da la posibilidad de firmar concordatos con otros Estados e incidir en asuntos como la financiación del clero local o el aborto a través de su propia diplomacia.
Pero ante problemas con asuntos de género, el divorcio o el aborto, muchas personas que tuvieron un vínculo con la institución a través de la enseñanza se apartan de esta para buscar otros caminos espirituales, que muchas veces tienen que ver con situaciones de clase, explicó Guigou.
Papa Francisco respalda a obispo chileno acusado de encubrir abusos sexuales https://t.co/MbCjMREIyw
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Francisco aparece en esta situación como una figura que viene a "apagar incendios y dar una imagen de confianza en medio del caos" generado por los casos de corrupción y pedofilia.. La capacidad de transformación se da de manera "muy relativa". A criterio de Guigou, no es viable un cambio radical en la estructura administrativa y burocrática del Vaticano, ni en su conjunto de moralidades.
El fantasma de la pedofilia revolotea sobre la institución de Francisco, que según Guigou "tiene una cultura pedófila de siglos", alimentada por estrategias de encubrimiento y silencio, que actualmente cobran visibilidad. Las Naciones Unidas han criticado duramente al Vaticano por su falta de acción para combatir este mal.
Aunque Francisco ha manifestado su compromiso para luchar contra la pedofilia, defendió ante la prensa en su visita a Chile a Juan Barros, obispo de Osorno, acusado por las víctimas del cura Fernando Karadima —el más emblemático de los casos en el país andino y responsable en parte de la caída de la popularidad de la iglesia— de ser testigo de múltiples abusos y de callar al respecto.
Francisco, un 'papa pop'
Según Nicolás Viotti, los estudios desde las ciencias sociales sobre la figura del papa se han interesado sobre todo en las relaciones entre Iglesia y Estado, pero a partir de Francisco también deben pensarse en función de la cultura de masas.
Cuando recién asumió, en su país Francisco "aparecía como Maradona" en estampitas, fotos y una serie de 'merchandising', explicó el investigador del Conicet. Mucha de la gente que consume eso es católica, pero se relaciona con el catolicismo desde un modo asociado a la industria cultural, consideró Viotti.
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Para el antropólogo argentino, algunas de las intervenciones iniciales del papa relacionadas con la autonomía, el bienestar personal y compatibles con la "nueva era y la espiritualidad más alternativa" alimentaron aún más su popularidad. Esto llevó a que no hubiera "un solo Francisco sino sino un montón de otros Franciscos en función de qué grupo social se apropie de su figura, de su símbolo".