"Se estima que un país está derrotado en una guerra cuando pierde un 40% de su población o un 60% de sus instalaciones industriales. Hoy en día un apagón de los sistemas informáticos paralizaría entre una quinta parte y la mitad de todas las empresas de un país en cuestión de horas o días", afirma Vasili Mikrukov en un artículo para el medio ruso VPK-news.
Un 'virus-bomba' es igual de dañino que un saboteador que coloca un explosivo. Al causar una sobrecarga en un generador, esta 'ciberarma' inutilizaría una central eléctrica durante varios meses dado que a menudo estas instalaciones se fabrican 'a medida' y sus componentes no pueden ser sustituidos de inmediato, explica. Un ataque así, además, podría también afectar a los generadores de reserva.
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Corea del Norte, por ejemplo, no tiene un alto nivel de digitalización de su economía y emplea pocos puntos de acceso a las redes mundiales. China, a su vez, mantiene un estricto control sobre su red nacional, que no es fácil de penetrar.
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Una excepción en la lista es Irán. En 2010, la república islámica sufrió un ataque del 'gusano' Stuxnet que afectaba a sus equipamientos industriales hasta causar su destrucción física.
El Pentágono también mantiene una enorme cantidad de redes locales, regionales y globales que abarcan unos 88 países donde EEUU tiene presencia militar.
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"EEUU no puede funcionar sin internet. Sus funciones cruciales dependen del 'software' y del acceso a la red global. Y las tecnologías que se usan no difieren mucho de las de un ordenador portátil doméstico: algoritmos deficientes, programas vulnerables y componentes de baja calidad", sostiene el autor.
Pero, ¿qué conclusión propone extraer Mikrukov?
"No se puede confiar exclusivamente en lo digital en una guerra contemporánea".
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