Durante la ceremonia de inauguración del monumento a Alejandro III, a quien el pueblo le dio el sobrenombre de 'el Pacificador', Putin destacó que el zar logró mantener a Rusia lejos de los conflictos "no mediante la cesión de sus intereses, sino con una firmeza justa e inquebrantable". El propósito de las autoridades actuales, agregó, es seguir esa política tanto en el interior como en el exterior, "para que a nadie se le ocurra" atacar a Rusia.
Durante 2017, Moscú no solo no se doblegó ante las sanciones y las políticas hostiles, sino que logró reforzar su peso en varias cuestiones de la agenda internacional.
La victoria en Siria
El más importante e indiscutible hito del mandatario ruso fue la victoria contra una inaudita expansión del terrorismo a nivel global. La torpe intervención de EEUU en Irak y Afganistán y las subsiguientes primaveras árabes no solo desestabilizaron la región, sino que además la convirtieron en un verdadero foco de ideologías radicales.
Por encima de todo, confesó el propio Putin, la decisión de acudir en ayuda del Gobierno sirio se basó en la necesidad de eliminar de raíz un inminente peligro para la seguridad de Rusia. De conseguir una victoria en Siria, lo terroristas de todo el mundo pondrían sus ojos en los países vecinos, a un paso de la frontera sur de Rusia. "¿Qué hubiera pasado si estos cientos, miles [de combatientes] volvieran a nuestro territorio adiestrados, armados y bien preparados?", apuntó el jefe de Estado al hablar sobre el final de la campaña militar.
La segunda meta no declarada pero evidente era conservar la base de abastecimiento naval en Tartus, la única de la que dispone Rusia en el mar Mediterráneo. Al término de la operación, Moscú no solo logró mantener esa estratégica posición en sus manos, sino que además se hizo con la base aérea de Hmeymim.
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Ubicada justo en el centro del mundo árabe, esta base ahora juega un importante papel de disuasión estratégica en todo Oriente Medio.
Fuera del ámbito geopolítico, destaca la cuestión humanitaria. No se trata únicamente de las miles de toneladas de ayuda entregada o la asistencia médica ofrecida. Esas son prácticas necesarias, pero nunca suponen una meta final. Se trata principalmente de la creación de las condiciones de vida adecuadas para que la población civil desplazada pueda regresar a sus hogares y vivir en paz y de forma segura. "Los ciudadanos de Siria recordarán con gratitud la valentía de nuestros militares, que entregaban alimentos, medicinas y artículos esenciales, a menudo bajo fuego cruzado", dijo Putin en la ceremonia de condecoración de los oficiales rusos.
Todo esto fortaleció la posición de Moscú en el mundo en general y en Oriente Medio en particular. La principal tarea para el próximo mandatario ruso será aprovechar esos resultados para consolidar su posición. El Congreso del Diálogo Nacional sirio en Sochi, al que han sido invitadas todas las fuerzas políticas, militares y religiosas del país árabe y sus vecinos, deberá favorecer a Rusia en su rol de mediador entre las partes en conflicto.
En cualquier caso, "si los terroristas vuelven a levantar la cabeza, les daremos un golpe tan fuerte que no se lo pueden ni imaginar", enfatizó Putin.
El Gran Oriente
A principios de octubre, en el aeropuerto moscovita de Vnukovo aterrizaba el rey saudí en una histórica gira oficial por Rusia. Hace un par de años era imposible imaginar una visita similar —y aquí el mandatario ruso demostró su capacidad de construir puentes y su disposición al diálogo— por las enormes diferencias que separan a estas dos naciones. Al término de las negociaciones, Salmán bin Abdulaziz Saud y Vladímir Putin acordaron llevar las relaciones bilaterales a un nuevo nivel.
Otro ejemplo de una política coordinada y mutuamente beneficiosa en 2017 ha sido la de las relaciones entre Irán, Turquía y Rusia. Una vez más, Moscú se presentó como un mediador eficaz en la resolución de conflictos entre los principales actores de la región y junto a Ankara y Teherán formó el llamado 'trío de Sochi'.

Los movimientos de Rusia no obstaculizaron ni los intensos contactos con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, ni las conversaciones con Catar —pese al acercamiento a Riad—.
Toda esta actividad viene a demostrar una vez más la destreza diplomática de Putin y la capacidad de Moscú de realizar una efectiva política exterior basada no en la búsqueda de enemigos, sino de oportunidades de diálogo. Después de varios años de conflicto en Oriente Medio, Rusia es, quizá, la única potencia en juego a la que todas las partes apelan por igual y que no ha perdido la confianza de otros acotres.
Ucrania: de mal en peor
La situación en Ucrania a menudo es destacada como la causa del deterioro de las relaciones entre Rusia y la OTAN, pero Putin tiene su propia visión sobre el asunto. En palabras del mandatario, la crisis ucraniana fue provocada y utilizada como una excusa, y la causa real de la discordia es que la estrategia geopolítica de EEUU no tolera la aparición de fuerzas potencialmente capaces de destruir su hegemonía.
Desde que en Kiev las fuerzas nacionalistas tomaron el poder por la fuerza en 2014, Moscú se apartó de los procesos políticos en Ucrania y su única preocupación ha sido apoyar a la población del este del país vecino. Según Putin, si Rusia deja de apoyar a las repúblicas autoproclamadas de Donetsk y Lugansk podríamos ser testigos de una masacre similar a la ocurrida en Srebrenica durante las guerras de la antigua Yugoslavia. "Eso nunca lo permitiremos", aseguró.
Los acuerdos de Minsk, que pronto cumplirán 3 años, lograron detener las hostilidades pero no han puesto fin al conflicto en sí. En la línea de separación entre los batallones nacionalistas ucranianos y las fuerzas de autodefensa de Donetsk y Lugansk a menudo se escuchan disparos y retumban los cañones. Sigue habiendo víctimas civiles.
En todo lo demás, no se han visto cambios en el asunto. Y si bien para los países occidentales esta cuestión es una más en su agenda, para los rusos, debido a factores históricos, culturales y de lazos de sangre, el conflicto en Ucrania es una herida que permanece abierta. "Primero nos apartaron el uno del otro y luego nos enfrentaron. Al final debemos llegar a entender lo que es beneficioso para Ucrania y Rusia y qué es contraproducente", subrayó Putin, que en numerosas ocasiones calificó a los rusos y ucranianos como un solo pueblo.
La crisis en la península de Corea
Evidentemente, otro conflicto que espera solución está relacionado con el programa nuclear y de misiles de Corea del Norte. Divididos y enfrentados desde hace más de medio siglo, los coreanos han sido la mayor víctima en el juego geoestratégico entre EEUU y China por el dominio del este de Asia.
La posición de Putin al respecto es conocida y difícilmente pueda cambiar: "Rusia condena las pruebas [nucleares y de misiles] por parte de Corea del Norte y consideramos que tienen un carácter de provocación".
El país comunista se sintió traicionado y se retiró del pacto.
"¿Para qué lo hicieron? ¿Les pareció poco? ¿Para qué firmaron un pacto si les pareció poco? Simplemente provocaron a Corea del Norte", contestaba Putin a la pregunta de una periodista de Associated Press.
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La solución del problema norcoreano, no obstante, no depende tanto de Putin o incluso de Trump como de Kim Jong-un y, en gran medida, de China, su mayor socio económico y garante de facto de su independencia. Ante esta situación, Rusia podría jugar el papel de mediador, equidistante entre las principales partes del conflicto e igualmente interesado en que la confrontación no tome un carácter militar. "Todas las partes deben mostrar moderación y buscar una solución pacífica", subrayó Putin, que agregó que Corea del Norte abandonará su programa nuclear solo si tiene la certeza de que no habrá una intervención.
Otros vectores de la política exterior de Putin
El año 2017 marcó muchos avances en otros vectores de la política internacional del mandatario ruso, tal vez menos notorios, pero no por ello menos importantes. Se han reanudado con una fuerza inédita las conversaciones sobre un acuerdo de paz entre Rusia y Japón. Ambas naciones aún no han llegado a un pacto definitivo desde el final de la Segunda Guerra Mundial y mantienen un litigio por la soberanía de las islas Kuriles, que Japón reclama como suyas.
Putin visitó Japón en 2016, y en 2017 el primer ministro nipón, Shinzo Abe, estuvo en Rusia en dos ocasiones. Ambos mandatarios se reunieron en varios foros internacionales y mantuvieron numerosas conversaciones telefónicas.
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Al igual que en años anteriores, el principal socio económico de Rusia sigue siendo la Unión Europea, aunque si hablamos de países, China ocupa el primer lugar en cuanto al comercio bilateral. Putin sigue siendo fiel a la estrategia de crear una sinergia económica entre oriente y occidente utilizando la estratégica posición geográfica del país para el desarrollo de nuevas rutas como la Nueva Ruta de Seda, propuesta por China, la Ruta Naval del Norte o los gasoductos Nord Stream 2 y Turkish Stream.
Estas y muchas otras cuestiones seguirán estando de actualidad en el año 2018. Es difícil calcular cuál será su resultado final, sobre todo teniendo en cuenta las próximas elecciones presidenciales de marzo de 2018, que podrían cambiar el panorama político del país y dar un impulso totalmente nuevo a su estrategia en política exterior.