Esta historia no se refleja en documentos históricos, se describe en detalle solo en las memorias de su participante directo, el famoso piloto soviético de helicópteros, Vasili Koloshenko, publicadas por Gazeta.ru.
El primer fuselaje se ensambló a principios de 1967, pero la fabricación de las alas se retrasaba.
La entrega de alas, que debía realizarse por río en barcazas desde Vorónezh a finales de 1967, resultó imposible debido a las heladas tempranas que cubrían de hielo los ríos. Como se descartó el transporte de las enormes alas por ferrocarril o carretera, surgió la idea de hacerlas llegar utilizando el helicóptero-grúa Mi-10, capaz de transportar carga en suspensión externa.
Estas aeronaves, que tenían cuatro patas-chasis, ya se usaban con éxito en la URSS para transportar vehículos, casas y otras cargas de gran tamaño.
Vuelo teóricamente imposible
Sin embargo, las alas triangulares del Tu-144 eran demasiado grandes. Los cálculos de los científicos del Instituto Central de Aerohidrodinámica Zhukovski demostraron convincentemente que el transporte de las alas a través del aire era teóricamente imposible.
A pesar de esto, el ministro de la Industria de la Aviación, Petr Deméntiev, ordenó al legendario ingeniero aeroespacial Mijáil Mil enviar a Vorónezh una tripulación con un Mi-10.
"Si esperamos más, los franceses y los ingleses despegarán en su avión de pasajeros supersónico antes que nosotros", dijo el ministro a Koloshenko, enviándolo a la misión "imposible".
El problema era que las alas anchas del Tu-144 fijadas entre las 'patas' del helicóptero eran sopladas por el flujo de aire del rotor principal del Mi-10, lo que complicaba el despegue del helicóptero.
Es más, Koloshenko demostró experimentalmente en su Mi-10 que la operación para el transporte de alas solo era posible bajo condiciones de buen tiempo.
La peligrosa ruta Vorónezh-Moscú
Como resultado de todo esto, el helicóptero con las alas voló con éxito desde Vorónezh a la capital soviética, pero a mitad de camino, al acercarse a la ciudad de Tula, cuando ya era imposible retornar por la falta de combustible, el clima se deterioró repentinamente. Se formó una niebla y sucedió lo peor que podía imaginarse para un helicóptero sobrecargado: se cubrió de hielo.
"Empezó lo peor, lo más peligroso que podría pasar en este vuelo. El helicóptero con las alas se volvió más pesado, cubriéndose con hielo y nieve. Toda la tripulación se quedó en silencio. Todos entiendieron que estábamos en una situación muy peligrosa", recuerda Koloshenko.
La situación se agravó ya que el aeropuerto de Tula no respondía a la comunicación, al igual que varios aviones de reconocimiento que debían acompañar al helicóptero.
Más tarde llegó la información de que debido a un fuerte deterioro del clima, el aeropuerto de Tula estaba cerrado y todas las instalaciones de radio estaban apagadas. Los pilotos de aviones de reconocimiento estaban esperando al helicóptero en un hotel, seguros de que Koloshenko no continuaría el vuelo con ese temporal.
Tres días más tarde, después de una pequeña reparación del Mi-10, la tripulación continuó su camino y llevó las alas del Tu-144 al aeródromo de Zhukovski.
Gracias a esta operación, el montaje del primer Tu-144 supersónico se completó a tiempo, y voló por primera vez el 31 de diciembre de 1968, dos meses antes que el Concorde europeo. El Tu-144 es también el primer avión de pasajeros de la historia en superar la barrera del sonido, lo que sucedió el 5 de junio de 1969 a una altitud de 11.000 metros.
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Koloshenko fue galardonado posteriormente con las Órdenes de Lenin, la Estrella Roja y varias medallas. Batió 15 récords mundiales en helicópteros por capacidad de carga, velocidad y altitud.