La nación suramericana, de la cual el 95% de sus exportaciones dependen del sector de los hidrocarburos, también es una gran consumidora de recursos energéticos. Sin embargo, con la salida de las compañías estadounidenses y las sanciones impuestas por Washington, Venezuela perdió el acceso a las últimas tecnologías de extracción de gas en áreas remotas y costeras. Esa brecha será ocupada ahora por la compañía rusa Rosneft.
El volumen estimado de hidrocarburos en los depósitos de Patao y Mejillones se estima en unos 180.000 millones de metros cúbicos de gas. Se prevé extraer unos 6.500 metros cúbicos del mismo anualmente durante 15 años. Parte de los ingresos de esa extracción irán destinados a cubrir el crédito de 6.000 millones de dólares que la propia Rosneft ofreció a PDVSA en agosto de 2017.
El acercamiento entre Caracas y Moscú en materia energética está más motivado por razones políticas que económicas. En 2002, militares proestadounidenses realizaron un intento de golpe de Estado contra el entonces presidente Hugo Chávez y desde ese momento las compañías del país norteamericano han estado perdiendo terreno en Venezuela. Para el año 2017, Rosneft y PDVSA ya contaban con cinco proyectos conjuntos, con un volumen de 105.000 millones de barriles extraídos.
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Desde el comienzo del siglo XXI, Moscú y Caracas han cerrado más de 260 acuerdos. En la agenda bilateral no solo hay hidrocarburos y armamento, sino también productos agrícolas. La cosecha récord de grano en Rusia en 2017 permitió a Venezuela resolver la escasez de suministros provenientes de otros países.
"Los contratos establecidos con Rosneft son beneficiosos para ambas partes (…) No obstante, a pesar de la posición leal de Moscú, el incremento de préstamos extranjeros sigue siendo el principal problema de Venezuela. Tanto antes como después de la llegada de los chavistas al poder, la venta de petróleo sigue ocupando la mayor parte de los ingresos de exportación", apuntó a Sputnik el director del Centro de Estudios Políticos del Instituto de Estudios Latinoamericanos, Zbignev Ivanovski.
Según el experto, a pesar de la división social entre los seguidores del socialismo y la oposición, el tema antirruso no es algo que se trate muy a menudo. Con respecto a la producción de petróleo en áreas de difícil extracción, ambos bandos parten de la necesidad de que hay que contar con tecnologías extranjeras en el sector. Rosneft sería la única alternativa, al menos hasta que EEUU relaje sus sanciones contra Venezuela, resume Ivanovski.