Veintiséis periodistas murieron mientras ejercían su labor o fueron víctimas colaterales de ataques aéreos, de artillería, atentados suicidas u otros incidentes mortales; los otros 39 fueron atacados deliberadamente y asesinados y porque su trabajo amenazaba intereses políticos, económicos o criminales.
Los países más mortíferos para periodistas en 2017, según RSF, fueron Siria y México, con 12 y 11 asesinatos, respectivamente. Les siguen Afganistán (9), Irak (8) y Filipinas (4).
Con respecto a México, la ONG denuncia que los periodistas que cubren los temas de la corrupción política o el crimen organizado son amenazados sistemáticamente y a menudo asesinados a sangre fría, como sucedió con Javier Valdez Cárdenas en Culiacán, Sinaloa, el pasado 15 de mayo.
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La mayoría de estos asesinatos permanecen impunes debido a la corrupción generalizada en México, especialmente al nivel de los funcionarios locales que a menudo están directamente vinculados con los cárteles de la droga, señala RSF.