El Pijao hizo agua en el océano Pacífico, en las inmediaciones de la isla Malpelo, unos 500 kilómetros al oeste de la costa colombiana.
Los registros indican que se filtró a uno de sus compartimentos el equivalente a 10 toneladas de agua, con lo que la popa tendió hacia una posición crítica definida como "punta de aguja": cuando un submarino llega a la posición vertical cae por gravedad al fondo marino y hace implosión una vez pasados los 350 metros de profundidad.
Esa fue una de las emergencias que ha afrontado en sus 45 años de existencia la fuerza submarina colombiana, compuesta por cuatro buques de un personal de 300 efectivos.
Al submarino ARC Tayrona también le tocó pasar por un momento difícil cuando se dirigía a participar en 2014 en el ejercicio militar multinacional Unitas 55 en Perú, según el portal Infodefensa.
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El 7 de septiembre de ese año, cuando cruzaba el canal de Panamá, sufrió un fallo en el sistema de propulsión y un alto total de los motores, por lo que debió volver a su base en Cartagena, en el norte de Colombia y sobre el mar Caribe, donde fue ingresado a un hangar para ser reparado por técnicos colombianos y alemanes.
El Tayrona y el Pijao, de 56,1 metros de eslora (largo) y 6,2 metros de manga (ancho), fueron adquiridos a Alemania en 1975 y sometidos en 2013 a una modernización para prolongar su vida útil en 25 años, desarmados completamente, reparadas sus partes y reemplazadas las obsoletas en el astillero de Cotecmar que el Ministerio de Defensa posee en Cartagena.
El ARC Intrépido y el ARC Indomable son más nuevos, pues Colombia los compró a Alemania en 2012.
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Pero, ¿son suficientes para proteger un mar territorial de 35.700 kilómetros cuadrados (km2) y una zona económica exclusiva de 629.193 km2, repartidos en el mar Caribe y el océano Pacífico?
"Nunca sobra disponer de más elementos para proteger la seguridad y soberanía del país, pero para las necesidades actuales de Colombia, que no está en guerra con ningún país, la flotilla de submarinos es suficiente", dijo a Sputnik el capitán retirado de la Armada, Carlos Alberto Andrade, quien presta servicios de asesoría e investigación a la marina colombiana.
El principal uso práctico de los sumergibles es en la interdicción de embarcaciones dedicadas a actividades ilícitas, especialmente semisumergibles que trafican cocaína.
Andrade aseguró que "la marina de este país se ha destacado por haber recibido los mejores comentarios sobre el mantenimiento de sus unidades operativas, las cuales conoce muy bien y para las cuales ha preparado a sus hombres ante posibles emergencias, todos ellos con capacitación internacional ante situaciones de contingencia".
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Emergencias como las del Pijao y el Tayrona permiten a las tripulaciones realizar simulacros y capacitarse para actuar ante imprevistos.
El simulacro se basó en un incidente similar pero real, ocurrido en 2014 cuando marinos colombianos atendieron el llamado de un submarino peruano y rescataron a un tripulante enfermo.
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El entrenamiento básico para ser submarinista en Colombia es de dos años, divididos en cuatro fases, que incluyen prácticas en lanchas submarinas hasta inmersiones vistiendo uniformes contra el fuego.