El Pentágono parece estar cambiando de estrategia: en vez de mantener sus 850 bases militares alrededor del mundo, que suponen un elevado costo para una potencia en declive económico, puede optar por reducirlas a la mitad e impulsar la venta de armas, lo que puede además reducir la hostilidad de poblaciones que rechazan cada vez con mayor vigor la presencia militar de EEUU en sus territorios.
Dos hechos avalan esta tendencia. Por un lado, en todo el mundo se incrementa la resistencia a la guerra y a la presencia militar del Pentágono. Lo que sucede en Japón respecto a las base de EEUU en el archipiélago de Okinawa, es un buen ejemplo. Por otro, la venta de armas a Arabia Saudí y a Japón marcarían un viraje de largo aliento.
Durante más de medio siglo, la presencia militar estadounidense en Okinawa ha provocado múltiples incidentes. La Oficina Internacional por la Paz (IPB en inglés), la organización internacional más antigua dedicada a buscar soluciones a los conflictos, entregó su premio anual a la campaña ciudadana contra la base militar de EEUU en Henoko, en Okinawa (Japón).
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Hiroshi Ashitomi y Suzuyo Takazato recibieron la pasada semana el premio Sean MacBride por la Paz del IPB en Barcelona, ocasión en que manifestaron su proyecto de largo plazo: "Nuestra propuesta es retornar el territorio a la prefectura de Okinawa para convertirlo en un zona de ecoturismo, para que así la gente pueda venir y disfrutar de la naturaleza".
Uno de los más graves sucedió en junio de 2016, cuando un contratista estadounidense violó y asesinó a una joven de 20 años de Okinawa. La reacción popular fue contundente con una enorme manifestación de 65.000 personas que exigieron la retirada de las bases militares.
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Entre 1972 y 2015 hubo unos 493 aterrizajes forzosos, 63 desprendimientos de partes de aviones y 45 accidentes aéreos. Un caza de EEUU se estrelló en 1959 contra una escuela primaria en Miyamori, matando a 17 personas entre estudiantes y vecinos, aunque el piloto se eyectó y salió ileso. En agosto de 2004 un helicóptero militar estadounidense se estrelló contra la Universidad Internacional de Okinawa y el pasado 11 de septiembre un avión MV-22 Osprey se estrelló en el municipio de Abu.
El conflicto se agudizó desde que en 1996 las autoridades prometieron que las bases serían trasladadas, cosa que nunca sucedió. "El Gobierno ha ejercido una enorme presión sobre los representantes electos de Okinawa", aseguran los premiados. Los diputados por esta localidad fueron elegidos por su oposición a la base pero una vez electos fueron forzados a cambiar de postura. En consecuencia, "en las siguientes elecciones ninguno de ellos fue elegido por la gente de Okinawa".
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En la isla de Okinawa, con 1,4 millones de habitantes, viven unos 26.000 efectivos de EE.UU. en más de 30 bases. En total son 300 mil soldados en 850 instalaciones alrededor del mundo, donde destacan la base aérea de Ramstein (Alemania), la naval de Rota y la aérea de Torrejón (España). Ante todas ellas se han registrado fuertes protestas.
Recientemente el Laboratorio Europeo de Anticipación Política (LEAP), analizó este viraje y sostuvo que EEUU puede ofrecer muy poco al mundo fuera de su superioridad de su aparato industrial-militar. Para que esto funcione, debe reducir seriamente sus gastos ya que no dispone de recursos para mantener más de 800 bases que le cuestan unos 160.000 millones de dólares al año.
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El escenario que vislumbra el LEAP supone un giro radical. "Si EE.UU. abandonara la mitad de sus bases extranjeras, ahorraría alrededor de 65.000 millones al año. Por otra parte, en un mundo multipolar en el que la paz depende del equilibrio de las fuerzas, la necesidad de armas sigue siendo enorme". Las exportaciones de armas de EEUU podrían crecer un 50%, hasta 25.000 millones de ingresos adicionales, lo que supone ahorrar un total de 90.000 millones de dólares al año.
No sabemos si este cambio de tendencia se va a confirmar. Por lo pronto, Japón está procediendo a un fuerte rearme con crecientes compras a EEUU. Washington debe optar: o seguir financiando la masiva presencia en el exterior de soldados con un costo de 100.000 dólares al año cada uno (además de los costos políticos), o bien apostarle a una fuerte reactivación de la industria de defensa y trasladar los gastos de armamento y de bases militares a sus aliados alrededor del mundo.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK