"Un capitán y un comandante con los que estábamos charlando, nos abrazaron y se pusieron a llorar desconsolados; a mí me pasó eso", comentó a Sputnik el hermano de Hernán Ramón Rodríguez, jefe de máquinas del submarino, Claudio Rodríguez.
Con González, máxima jerarquía del comando naval de Mar del Plata, ciudad balnearia situada en la provincia de Buenos Aires, "habíamos tenido mucha confianza para hablar de todo y preguntarle de todo", dijo Rodríguez.
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Un sacerdote de la Prefectura Naval, amigo del suboficial Rodríguez embarcado en el San Juan, "me dijo: 'perdoname' y empezó a llorar como loco", recordó el hermano del submarinista.
El prelado se mostró "inconsolable; yo lo tenía que consolar a él", describió Claudio Rodríguez.
"Se puso en mi hombro a llorar, me dijo sin embargo que tenía esperanza", agregó.
"No me dicen muchas cosas, pero los gestos lo dicen todo", lamentó.
La esposa del suboficial primero, Marcela, permanece en la Base Naval de Mar del Plata, apostadero habitual del submarino cuya llegada se esperaba el 19 de noviembre.
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El resto de la familia del submarinista ha decidido regresar a Mendoza, destrozada como está por la incógnita de qué habrá sucedido con Hernán Rodríguez, "que era muy buen tipo", describió su hermano.
"Estoy con el hijo de mi hermano y es difícil, yo me la banco (lo soporto), pero mi vieja (madre) y todos tienen partido el corazón, todavía no lo pueden masticar (asimilar)", consideró.
Mientras el ARA San Juan no sea hallado, en todo caso, quedará un resquicio para la esperanza.
"No hay submarino (…) hay esperanza", resumió.
Fe y expectativa
Mayor optimismo dejó entrever el hijastro de otro de los tripulantes del submarino San Juan, Lucas, quien acompaña a su madre en la llamada "casa de oficiales" situada al fondo de la Base Naval, junto a otros familiares que esperan noticias.
"No pierdo la fe de que los encuentren, sé que volverán con un cálido abrazo", aseguró.
El estallido, detectado por la Organización del Tratado para la Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares, se ubicó en el límite de la plataforma marítima continental que da paso al talud, donde la profundidad del mar alcanza hasta los 3.000 metros, según la Armada argentina.
El portavoz de la fuerza naval, Enrique Balbi, aclaró que en un estallido interno el submarino implosiona si se encuentra en inmersión.
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Lucas, sin embargo, aguarda el regreso de su padrastro, un suboficial segundo que se desempeña como cocinero en el San Juan.
"El único pésame que recibí fue el de mis amigos, pero a todos les dije lo mismo: 'tengo la seguridad de que vuelven'", aseguró confiado.
Valoración de la Armada
"Todos nos contenemos, nos apoyamos y nos damos fuerzas entre nosotros, y el organismo de la Armada es fundamental en todo este proceso, habilitando a las familias todo lo que necesitamos", describió.
El joven reconoció no obstante que se sentía "inútil en estos momentos", dado que "solo podemos brindar el mismo apoyo que nos están dando", sostuvo.
Fotos: La búsqueda del submarino ARA San Juan
A la espera de los 43 hombres y una mujer que están a bordo del submarino San Juan, Lucas destinó sus reflexiones "a esas 44 personas que son héroes silenciosos que cuidan nuestra patria".
"En el caso de que ocurra lo peor, que quede bien en claro, no solo pierde mi familia, o las otras 43, es la patria que pierde a 44 personas que dan la vida por nuestra República Argentina", insistió.
El ARA San Juan, construido en 1982 en Alemania y reparado entre 2007 y 2014 en los astilleros navales de Buenos Aires, es uno de los tres submarinos con los que cuenta la Armada de este país.