Y Rusia ha sido su víctima principal.
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Eso se debe, en gran medida, a la investigación de la presunta injerencia rusa en las elecciones presidenciales en EEUU en 2016 por parte de los medios estadounidenses. La prensa europea también hizo una gran contribución, difundiendo las noticias falsas acerca del caso.
El último ejemplo ha sido la investigación de Google, Facebook y Twitter apuntada contra los medios rusos RT y Sputnik por la presunta influencia en el resultado de las elecciones en EEUU de 2016.
Con este pretexto el Twitter bloqueó toda la publicidad de ambos medios rusos y les acusó de estar vinculados con el Kremlin.
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La directora de RT, Margarita Simonián, salió a la defensa del canal y manifestó que RT siempre había sido un socio ejemplar de Twitter y no hacía ningún secreto de sus planes. Lamentó también que el canal se hubiera convertido en víctima de disputas políticas internas en EEUU.
RT hizo, encima, un reportaje propio sobre el tema agudo, explicando los mismos datos pero ofreciendo un punto de vista alternativo.
Conclusión: las pruebas de la injerencia rusa y colaboración entre el Kremlin y el RT no fueron encontradas, pero los fake news en contra de Rusia, parece, no se acabarán.