Para saber por qué el zar se deshizo de aquellas tierras hay que entender que en aquel entonces ni el Gobierno ruso ni los habitantes de Alaska sabían que la región era rica en oro y petróleo. Además, en el siglo XIX el 'oro negro' no era un bien tan preciado como actualmente.
Desde el punto de vista histórico, a principios de los años 60 del siglo XIX Rusia se enfrentaba a una crisis por la derrota en la guerra de Crimea (1853-1856), un conflicto que enfrentó al Imperio ruso y a la alianza del Imperio otomano, Francia, el Reino Unido y el reino de Cerdeña.
La derrota en aquella guerra puso al descubierto los problemas del sistema político y económico del país eslavo, que tenía cosas más importantes en las que ocuparse que en la gestión de aquel territorio inhóspito y lejano.
Para entender la transacción también hay que tener en cuenta dos acuerdos, el Tratado de Aigún (1858) y la Convención de Pekín (1860) firmados poco antes de la venta de Alaska. Según estos documentos, San Petersburgo iba a pasar a controlar vastos territorios en el Lejano Oriente. Estas tierras también requerían de un intenso desarrollo e inversiones y fue precisamente entonces cuando los rusos fundaron la ciudad portuaria de Vladivostok.
En aquel momento crucial para Rusia, el país tenía que decidir si 'echaba raíces' en los ricos territorios del Lejano Oriente o si seguía aferrándose a una región todavía más inaccesible para la época como era Alaska.
El Gobierno ruso era perfectamente consciente de que si los británicos o los estadounidenses trataban de conquistar las tierras rusas de Alaska sería muy difícil hacerles frente y enviar tropas y víveres. Las infraestructuras eran muy deficientes y la venta parecía la mejor opción.
Las autoridades rusas invirtieron el dinero conseguido en mejorar la red ferroviaria del país, que justo empezaba a construirse en aquel entonces.
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Además, gracias a esta decisión, se desarrolló el Lejano Oriente ruso, se mejoraron las infraestructuras y se implementaron las reformas introducidas por Alejandro II, que aseguraron el crecimiento económico del país. Estos cambios ayudaron a que Rusia volviera a recuperar su posición en la arena internacional y le permitieron sobreponerse al descrédito de la derrota en Crimea.
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