Fedorov no fue el primer ruso que merodeó por esa zona. Hacia 1648 el explorador Semión Dezhniov notó que Siberia, tierra que rastreaba en busca de gloria y fortuna, no estaba unida a Alaska, pero debido a su incultura geográfica nunca supo que había llegado al extremo más oriental de Asia y que la tierra de enfrente pertenecía a un continente llamado América. Tampoco supo que el estrecho por el que navegó, y que separaba ambas comarcas, era desconocido en Europa, por lo que no le puso su nombre, descuido que aprovecharon años más tarde los cartógrafos para darle a ese brazo de mar el apellido de Vitus Bering, un danés que pagó con su vida el andar explorando para los rusos una de las zonas más gélidas del mundo, en la que para sobrevivir la moda imponía abrigarse con piel de nutria marina, la cual a pesar de lo grueso del pelaje era considerada —ironías del lenguaje— una de las pieles más finas del mundo.
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LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK