Su historia, similar a la del célebre industrial Oskar Schindler (inmortalizado en la multipremiada película "La Lista de Schindler", llevada al cine por Steven Spielberg) y tantos otros héroes anónimos, se cuenta ahora en esta película dirigida Luiz Fernando Goulart, quien en la presentación de su obra en el Festival de Cine de Río de Janeiro se congratuló de poder demostrar que "es posible nacer en Brasil y ser buena persona".
En principio el Gobierno brasileño de Getúlio Vargas (1934-1945 y 1951-1954) estaba alineado con el líder alemán, Adolf Hitler, y en 1938 emitió una circular secreta a todas sus embajadas en la que se prohibía otorgar visados de entrada a Brasil a "judíos y otros indeseables".
Souza Dantas ignoró deliberadamente la orden, no exigía los requisitos burocráticos que buscaban obstaculizar los procesos y no preguntaba el origen étnico de los que acudían a su despacho en busca de ayuda; además de que fue estrictamente reservado al respecto, recuerda el director de la película.
"La dificultad añadida que tuvimos al hacer la película es que él nunca contó nada de lo que estaba haciendo, supongo que nunca se lo dijo a nadie porque pensó que estaba haciendo lo que haría cualquier brasileño en su lugar", aseguró Goulart.
El cuerpo diplomático también se instaló en esta ciudad, donde Souza Dantas concedió alrededor de un millar de visados irregulares que beneficiaban no sólo a judíos, sino también a homosexuales, comunistas, gitanos, y a cualquiera que se viera amenazado por el nazismo.
La película recrea esas escenas, protagonizadas por el actor que encarna al embajador, Norival Rizzo, y las intercala con testimonios de supervivientes que lograron llegar a Brasil gracias a su intermediación.
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La actitud rebelde de Souza Dantas despertó algunas suspicacias entre sus propios funcionarios, pero contó con la complicidad que le prestaba en secreto desde Río de Janeiro el ministro de Exteriores de la época, Osvaldo Aranha.
Su postura dentro del Gobierno brasileño acabó imponiéndose en 1942, cuando todos los países americanos (excepto Chile y Argentina) decidieron romper relaciones con los países del Eje (Alemania, Italia y Japón).
Ya jubilado y una vez terminada la guerra el embajador fue invitado por el Ministerio de Relaciones Exteriores para liderar la delegación brasileña en la primera Asamblea General de las Naciones Unidas, que se celebró en Londres en los meses de enero y febrero de 1946.
Souza Dantas fue el primer brasileño en pronunciar su discurso en este plenario y entre idas y venidas a Brasil falleció en su querido París en abril de 1954..
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En el año 2003 el Museo del Holocausto de Jerusalén incluyó su nombre en la lista de los "Justos entre las naciones", que reúne a los que arriesgaron su vida para ayudar a los judíos perseguidos por los nazis.
A pesar de la relevancia de su figura, Souza Dantas sigue siendo un gran desconocido para la gran mayoría de brasileños, como subraya el profesor Fábio Koifman, autor del libro "Quijote en las tinieblas", en el que se basa la película.
Koifman se interesó hace años por la historia del embajador pero se topó con que apenas hay registros oficiales de su labor en los archivos históricos del ministerio de Exteriores y otros organismos, en parte debido al caos deliberado que Souza Dantas promovía al emitir sus visados.
"Algunos tenían cuño, otros no, otros los escribía de su puño y letra… Por eso es difícil saber realmente a cuántos salvó; yo paré de contar cuando identifiqué a 500 personas, pero es probable que sean alrededor de 1.000", aventuró el investigador.