La razón es simple: su popularidad se basa exclusivamente en la moda, y las modas de este tipo son muy fugaces, señala el observador de Sputnik Andréi Makárenko. Va a pasar tan pronto como la moda de la caza de los pokemon, y mañana habrá una moda diferente.
Por eso los que venden todas sus posesiones para comprar bitcoins esperando que dentro de un par de años puedan triplicar su fortuna asumen un riesgo muy grande. Del mismo modo, en el siglo XVII los habitantes de los Países Bajos vendían sus posesiones para comprar bulbos de tulipán, y en el siglo XX los rusos vendían sus pisos para comprar más acciones de MMM, la famosa pirámide financiera que se derrumbó dejando a todos bajo sus escombros, hace recordar Makárenko.
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De la misma manera funciona el negocio de Elon Musk. Ahora su empresa Tesla tiene problemas serios, en la fábrica hay despidos masivos en todos los escalones, el automóvil eléctrico Tesla Model 3 se monta casi manualmente, y la falta de rentabilidad de la compañía se mantiene en un nivel consistentemente alto.
El cuarto punto en esta lista sin perspectiva le pertenece a la deuda de EEUU. Está creciendo rápidamente y ya es tan grande que no hay posibilidad de devolverla sin la devaluación del dólar. Por más que se diga que el sistema es inquebrantable, el final parece difícil de evitar. Tarde o temprano, EEUU tendrá que declarar un 'default' o la hiperinflación del dólar, o las dos cosas.
"Como se puede ver, los cuatro fenómenos —los spinners, los bitcoins, los proyectos de Elon Musk y la deuda nacional de EEUU— funcionan de la misma manera: en la arena se construye un imponente castillo alrededor del que se reúnen blogueros y periodistas exclamando con entusiasmo", concluye Makárenko.