El vínculo entre ambos comenzó en plena guerra contra el régimen de Fulgencio Batista Zaldívar, a fines de los años cincuenta, cuando el ejército revolucionario se encontraba apostado en Sierra Maestra. El joven médico Oscar Fernández Mell se ubicaba en el lado oeste de la cadena montañosa. El Che se dirigía allí para organizar la lucha.
El Che, al ver su rostro de pánico, intentó distraerlo. Con un tono "bien argentino" le dijo: "Cuando lleguemos a destino te voy a decir algo muy importante". Al arribar el médico devenido en guerrillero se puso a trabajar y olvidó su promesa, entonces Fernández Mell le recordó que debía contarle algo importante. "Me confesó que era la primera vez que había manejado un coche. Así era el Che", indicó el Fernández Mell.
Sin embargo el campamento pronto fue localizado por el ejército de Batista y comenzó a ser bombardeado constantemente desde el aire. Para evitarlo, el Che "cogió una bandera del 26 [Movimiento 26 de Julio], y la puso en una loma a cinco kilómetros de allí", recordó el médico y amigo del revolucionario. "Entonces los bombarderos se alejaron, nos los quitó de encima. Por estas cosas la gente decía 'son cosas del Che'", agregó.
El vínculo entre ambos ya nunca dejó de fortalecerse, luego de ese primer encuentro "ya no nos separamos nunca más", indicó Mell, quien contó además que el Che fue el padrino de su boda.
Ambos fueron juntos a la misión que los revolucionarios cubanos emprendieron en el Congo belga, allí debían "tumbar" al Gobierno en el poder. Sin embargo el panorama se complicó. Allí hubo, según Fernández Mell, tres cosas que el Che "nunca pudo resolver".
"Por último, los dirigentes congoleses se enteraron del Che cuando ya estaba adentro de su territorio. Tuvo que estar un poco en el anonimato durante algún tiempo. Tuvo muchas dificultades para irse imponiendo, aunque todas las incursiones cubanas fueron favorables", agregó.
Terminada la expedición congoleña los dos amigos no se volvieron a ver nunca más. El Che pasó a otra etapa de la lucha revolucionaria que lo terminaría llevando a Bolivia, de donde jamás saldría. Mell, en cambio, se quedó a cargo de un grupo de soldados que debían rescatar a otros cubanos que habían quedado atrás.
Mell está convencido de que el objetivo del Che no era Bolivia sino Argentina. "Aquél solo era un paso para seguir hacia el sur. Quería llevar la revolución a su país", dijo.
Para cuando comenzó a circular la información de que el Che había muerto, Fernández Mell ya se encontraba en La Habana. El médico recuerda exactamente cómo fue ese momento: "Estaba en el Ministerio de las Fuerzas Armadas y Ramiro Valdés Menéndez [actual vicepresidente del Consejo de Estado] nos acercó la noticia" rememoró.
"En ese momento me di cuenta que perdí más que un amigo, perdí al hombre que me enseñó a ser un revolucionario. Fue algo que dolió en lo profundo", recordó, y admitió que, 50 años después, lo sigue extrañando.