"Es funcional para Estados Unidos que se mantenga la guerra pues contribuye al desgaste del régimen", explicó el analista.
Esa estrategia es "una técnica de poder conocida como 'sangrado'", ilustró Hutschenreuter, profesor de Geopolítica en la Escuela Superior de Guerra Aérea.
"Es difícil afirmar que Estados Unidos apoya a la organización terrorista Daesh en Siria, pero sí es una realidad que Washington siempre tuvo como propósito estratégico derrocar al régimen de Bashar al Asad", reflexionó el experto.
Prueba de ello es que el Gobierno estadounidense "ha atacado al Ejército sirio en repetidas ocasiones y apoya a las Fuerzas Democráticas de Siria con cobertura aérea y fuerzas especiales desplegadas en el terreno".
"El fin del régimen sirio era el propósito del Gobierno de (expresidente de EEUU) Barack Obama (2009-2017), y si bien se esperaban cambios con la nueva administración republicana, (el actual jefe de Estado de EEUU), Donald Trump mantuvo el mismo propósito", consideró Hutschenreuter.
Perpetuación de la guerra
Esta situación alejó los intentos de una colaboración entre Rusia y Estados Unidos en territorio sirio, y en consecuencia se desalentaron las posibilidades de un fin a la guerra.
Con sus intervenciones, Rusia ha intentado "proyectar poder" a la región, "pero el fin ha sido apuntalar al viejo aliado regional".
Esta política implicó para Estados Unidos "casi una derrota estratégica".
"Por tanto, mantener Siria en estado de fisión territorial es una forma de acotar las ganancias geopolíticas obtenidas por Damasco", razonó el experto.
Wikileaks publicó en enero una grabación en la que podía escucharse al exsecretario de Estado, John Kerry, admitiendo "el 'apoyo' de Estados Unidos a grupos terroristas con el fin de acabar con el régimen sirio", observó Hutschenreuter.
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Al dar a conocer las imágenes del material bélico estadounidense en Siria, el Ministerio de Defensa ruso indicó que las fuerzas especiales de Estados Unidos estaban desplegadas en los puestos de apoyo previamente equipados por Daesh.