Los sirios untan palitos de madera con pegamento y los colocan en los árboles o en la hierba. Es simple, barato y efectivo.
Muhanad Maalán, de la provincia de Latakia, revela a Sputnik que antes del conflicto bélico era un hombre bastante adinerado. Cuando empezaron las hostilidades, no obstante, perdió casi todo lo que tenía, de manera que ahora se dedica a la fabricación de pegamento para la caza de pájaros.
Maalán vende su producción a sus vecinos a un precio razonable, lo que le permite mantener a su familia a flote. Ahora mismo no hay otras posibilidades de ganarse la vida.
El entrevistado, su esposa y su hijo cosechan anualmente los frutos de un tipo de flor, la cordia myxa, que crece en su huerto. Muhanad explicó que primero su familia trae los frutos a casa y separa la pulpa de la piel. Luego la mastican y escupen a un tazón.
Muhanad unta los palitos de olivo con la sustancia y los seca durante tres días. Después de secar el producto, ya está listo para la venta.
Antes, el hombre consideraba que la producción de gluten era una práctica arcaica de la que se ocupaban solo sus ancestros. Sin embargo, en las adversas condiciones actuales, esta se ha convertido en la única manera de ganarse la vida.
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El interlocutor de Sputnik subraya que el gluten para la caza cuenta incluso con una alta demanda entre los sirios que viven en el extranjero. Cuando viajan a Siria, compran los palitos pegajosos y se los llevan de vuelta a sus casas.
No obstante, los palitos para la caza no son la única manera en que los sirios tratan de ampliar las raciones que poner en el plato.







Tiburones
A lo largo de los últimos años, los ciudadanos sirios consumen de media tres veces más pescado de lo habitual. Hoy la cantidad alcanza los cinco kilos al año. Lo más sorprendente es que los mercados en las ciudades costeras de Siria están repletos de escualos. Según afirman los expertos, esto amenaza a muchas de estas especies.
Huertos
"Nuestra vida en los años del cerco fue durísima. Sufrimos mucho, sobre todo a causa de la falta de agua. En varias zonas no la había en absoluto. Nuestra ración diaria de comida se limitaba a menudo a un poco de pan y un vaso de agua. Los precios se desbocaron. Hubo déficit de legumbres, de manera que los precios eran muy elevados. Por eso mucha gente apenas podía permitírselos. Tampoco había conexión a internet ni a la red móvil de datos", declaró Abdalá.
"En estas condiciones teníamos dos caminos: unirnos o morir. Preferimos lo primero. Empezamos a cultivar vegetales para poder alimentar a nuestros hijos. En esas condiciones de carestía y altos precios, la horticultura era la única manera de alimentar a nuestras familias", explicó.