Debajo de la yema de sus dedos, en el cuarto piso de un edificio en Colonia del Valle, en Ciudad de México, el teclado de la computadora del fotógrafo uruguayo Christian Rodríguez comenzó a temblar.
Alarmado, el uruguayo fotógrafo de National Geographic salió de su cuarto y junto a su compañera e hijo se dirigieron hacia la escalera para abandonar el edificio. Allí la realidad cobró otra dimensión. Con la luz caída la visión pasa a ser un sentido desechable. El tacto y el oído suplantan de forma automática a los ojos, un órgano inútil a la luz de la penumbra.
Los escalones debajo de sus pies se desplazaban. Al cuerpo adoctrinado a la quietud le cuesta adaptarse a transitar en una superficie que se altera de modo incierto. Moverse de prisa por un empinado túnel negro aumenta la incógnita de salvación.
Al salir la placa terrestre aún se movía. Los cables eléctricos se balanceaban bajo el cielo despejado de un día soleado. Vio personas adultas entradas en pánico, un estado de ánimo que se contagia y brota en los protagonistas del terror como un virus que aumenta el drama.
Se oían llantos y gritos. En derredor las nubes de polvo escupidas por los edificios derrumbados devoraban el celeste firmamento. Las columnas de concreto de los que permanecían en pie se movían, blandas, amenazaban con quebrarse.
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"Dicen que cuando todo empieza a temblar es mejor estar puertas adentro. Después del terremoto recorrí mi barrio, vi todos los edificios colapsados y pensé en mi hijo. Las chances que tenía de sobrevivir fueron mucho más altas al llegar afuera. En ese momento no vale nada más que salir", dijo a Sputnik Rodríguez, quien hace tres años se mudó a México y tan solo hace tres meses vive en Colonia del Valle, uno de los sitios más afectados por el sismo.
Una de las cosas que aprendió al llegar a este país, ubicado sobre la Placa de Cocos, una placa tectónica debajo del océano Pacífico de la costa occidental de América Central, es que después de un temblor de esta magnitud vienen réplicas. Eso repercute en la forma de procesar la tragedia.
"Anoche al volver a casa me acosté para intentar dormir, lo hice vestido, con zapatos y todo, preparado para volver a salir corriendo", admitió el fotógrafo, que no logró conciliar el sueño. Además dejó todas las puertas abiertas y los bolsos listos, medidas que pueden ayudar a ganar escasos segundos que son la diferencia entre la vida y la muerte.
Un 19 de septiembre pero hace 32 años la capital mexicana sufrió los estragos de otro cataclismo de dimensiones épicas, el que más muertes causó en la historia del país. Alcanzó los 8.1 grados Richter y dejó 10.000 muertos y más de 5.000 desaparecidos.
"Fue todo muy loco. Antes de que empezara el temblor se estaba conmemorando el terremoto de 1985. En el supermercado de cerca de mi casa había carteles que decían: ‘Esto es un simulacro' y a la hora se estaba prendiendo fuego. Terrible", recordó Rodríguez.
En las desoladas calles de la ciudad se escuchan las sirenas de ambulancias y desde el cielo baja el ruido incesante de las aletas de helicópteros policiales. Al momento el saldo de muertos es de 230.
"Tenemos claro que hay una cantidad de personas desaparecidas que se presume estarían dentro de los edificios colapsados. La cifra de muertos es grande pero es una cifra baja en comparación con los números que se van a venir. Hay una cierta consciencia de esto", dijo a Sputnik Homero Campa, periodista de la revista Proceso de México.
Mientras tanto los hospitales se preparan para recibir a los heridos que lleguen de entre los escombros, algunos armaron salas improvisadas en los patios.
"Hoy nos levantamos en un clima de tensa calma. Puede que no pase nada pero la posibilidad de una réplica genera mucha incertidumbre. Va a costar volver a la normalidad", consideró el fotógrafo uruguayo.
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Pero este país, tan castigado por los movimientos telúricos, lleva impreso un estandarte: el de la resistencia. "En México, después de la tragedia del '85 la sociedad interiorizó algunas cuestiones para saber qué hacer en estos casos. Hay una cultura del terremoto. Eso se aprende de las tragedias", concluyó el periodista mexicano.