El 17 de septiembre, el secretario de Estado, Rex Tillerson, declaró que el Gobierno de Donald Trump estaba considerando cerrar la embajada en Cuba.
"Lo estamos evaluando", dijo Tillerson a la cadena CBS.
Las razones de tal medida son el presunto ataque sónico perpetrado desde 2016 contra diplomáticos estadounidenses y canadienses que habría dejado a más de una veintena de funcionarios con diferentes daños auditivos y cerebrales.
Para el historiador y experto en Cuba, Keith Bolender, el cierre de la embajada sería un error "terrible".
"Creo que sería un error terrible que regresaría las relaciones a alguno de los peores momentos de la guerra fría", indicó Bolender a Sputnik.
Es que el cierre de la representación diplomática no podría verse como una medida aislada, sino que tendría repercusiones muy negativas en todo el espectro de vínculos EEUU-Cuba, observó.
"Si Trump cierra la embajada sería devastador para el permanente esfuerzo de normalizar las relaciones, poner fin al embargo y eliminar todas las restricciones a los viajes", dijo Bolender.
La medida tendría efectos dañinos en todas las áreas de posible cooperación entre los dos países, según el experto.
Para Bolender, sin embargo, es improbable que la embajada termine cerrándose, debido al desarrollo que ya han logrado las relaciones entre los dos países.
"Hay demasiados aspectos de la reciente apertura para considerar; más estadounidenses que nunca viajan a Cuba y hay negocios de EEUU funcionando allí", apuntó.
Aunque el Gobierno de Trump lleva ya casi ocho meses, no ha tomado hasta ahora ninguna medida concreta para revertir las iniciativas positivas que adoptó la administración de Barack Obama (2009-2017), según Bolender.
"Trump anuló un par de cosas, pero la mayoría de las nuevas reglas para la normalización adoptadas en 2014 por Obama y por [el presidente de Cuba] Raúl Castro siguen en pie", afirmó.
Por otra parte, no está claro si la embajada se cerraría de manera permanente o si volvería a ser la Oficina de Intereses que funcionaba previamente.
"Podría haberla cerrado cuando anunció su nueva política hacia Cuba, pero no lo hizo", señaló.
Además, el cierre de la representación pondría en problemas a los estadounidenses que visitan o que hacen negocios en Cuba.
"Se privaría a los estadounidenses de servicios diplomáticos y consulares, lo cual parece un paso demasiado drástico", observó.
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Por otra parte, no hay evidencias de que el Gobierno cubano esté vinculado a los incidentes que afectaron a los diplomáticos estadounidenses, según Bolender.
Para el profesor de ciencia política de la American University, William Leogrande, "cerrar la embajada debido a la lesión inexplicable de diplomáticos estadounidenses y canadienses no tiene sentido. Es improbable que La Habana sea responsable de dañar de manera intencional al personal diplomático, y la embajada sirve intereses importantes de EEUU", dijo.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba descartó cualquier involucramiento cubano en los supuestos ataques.
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La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, dijo que está en marcha una investigación sobre este incidente y recordó que el Gobierno cubano está obligado a prestar protección a los diplomáticos estadounidenses.