Sin embargo, esto no es tan fácil como pueda parecer, asegura Andréi Stanavov, columnista de Sputnik.
Mensaje a la OTAN
No hay quien escape de los S-400 en el cielo: los aviones y misiles de crucero son destruidos a una distancia de hasta 250 kilómetros, mientras que los misiles balísticos son neutralizados a unos 60 kilómetros. El sistema puede desplazarse y estar operativo en tres minutos y es capaz de monitorear hasta 300 objetivos simultáneamente, que pueden ser apuntados por 72 misiles.
La entrega de este tipo de armas para la exportación, y además a un país de la OTAN, a menudo causa discusiones acerca de una posible fuga de tecnología de defensa clasificada que ponga en peligro la seguridad nacional.
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No obstante, el experto militar ruso y editor jefe de la revista Arsenal Otechestva —Arsenal de la patria, en ruso—, el coronel Víctor Murajovski, calificó las declaraciones del columnista estadounidense como "palabrería incompetente". El experto ruso subrayó que las versiones de exportación tienen unas capacidades de combate menores que las que están en servicio del Ejército ruso.
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"El pasaporte de la versión de exportación es controlado por el Servicio federal de cooperación técnico-militar, organismo del Ministerio de Defensa de Rusia. Sin el visado del ente de Defensa ningún producto sale al extranjero en una configuración que pueda representar una amenaza para la seguridad nacional de Rusia. Lo mismo pasa con los S-400", comentó Murajovski a Sputnik.
El experto recordó que algunos países de la OTAN ya disponen de sistemas antiaéreos de producción rusa, y Turquía no será el primero. En particular, Grecia ha estado explotando desde hace tiempo los sistemas S-300 y Buk sin complicaciones.
Desmontaje pieza a pieza
"Los temores de fuga de tecnología son totalmente exagerados, especialmente en el área de los sistemas antiaéreos", aseguró el editor jefe de la revista Vozdushno-kosmicheski rubezh —Línea aeroespacial, en ruso—, Mijaíl Jodarénok.
"Incluso si desmontan el sistema pieza por pieza para extraer secretos militares se quedarán sin nada. Este sistema fue entregado a China y seguro que allí lo desmontaron", señaló.
Por su parte, Andréi Frolov, editor jefe de la revista Export vooruzheni —Exportación de armas, en ruso— había señalado anteriormente que Ankara necesita estos sistemas para protegerse de sus vecinos más cercanos.
"El principal rival de Turquía en la región es Irán. La república islámica dispone de unas potentes fuerzas aéreas. Al mismo tiempo, Irán es capaz de defenderse de un posible ataque de represalia: el año pasado, Rusia le suministró cuatro divisiones de sistemas S-300PMU2. Además, Ankara tiene unas relaciones tensas con Damasco, que está armado con misiles tácticos y operativos de largo alcance. Pero los sistemas de defensa aérea de Turquía son francamente débiles", explicó.
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Actualmente, las Fuerzas Armadas turcas carecen de sistemas de misiles antiaéreos de largo alcance. La Fuerza Aérea del país otomano está equipada con misiles antiaéreos de alcance medio MIM-14 y MIM-23, fabricados en EEUU, así como con misiles británicos de corto alcance Rapier. Estos sistemas se desarrollaron en los años 50 y 60 del siglo pasado y ahora se consideran obsoletos.