"Se trata de 370.000 personas", dijo el representante de la OIM en rueda de prensa, pero advirtió que las cifras reales pueden ser todavía mayores.
El 11 de septiembre el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra'ad Hussein, denunció la brutal represión de los rohinyás en el estado de Rakáin, en el noroeste de Birmania, que muestra todas las características de una "limpieza étnica".
Zeid calificó de desproporcionada la operación que las fuerzas de seguridad birmanas lanzaron en represalia a los ataques de insurgentes rohinyás.
Muchos menores están heridos o presentan huellas de maltrato físico y vejaciones, además de estar desnutridos.
El conflicto entre los rohinyás y la población autóctona, que lleva años produciéndose en el estado birmano de Rakáin, ha experimentado en los últimos tiempos una escalada.
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Los rohinyás se establecieron en Arakán (antiguo nombre de Rakáin) a finales del siglo XIX y a principios del XX, durante la época colonial cuando los británicos alentaron su traslado desde Bengala Occidental a un territorio con escasa mano de obra agrícola.
Birmania, una nación mayoritariamente budista, deniega ciudadanía y derechos civiles a esta comunidad musulmana de unos 1,1 millones de personas, alegando que son inmigrantes bengalíes.