"No son ideales, fueron adoptados en condiciones políticas y militares muy difíciles para Ucrania, no trajeron una paz permanente pero sigue siendo indiscutible que fue gracias a los acuerdos de Minsk que conseguimos reducir sustancialmente el nivel de las hostilidades y las pérdidas humanas en Donbás", dijo en su discurso anual ante el Parlamento.
"Esto, entre otras cosas, se debe a la implementación de los acuerdos de Minsk", señaló el mandatario.
El nuevo alto el fuego con motivo del inicio del año lectivo empezó a regir en Donbás el 25 de agosto, sin embargo, los bandos del conflicto se acusan de violar la tregua.
El anterior armisticio, la llamada tregua del pan, buscaba posibilitar la recogida de la cosecha y debería durar desde el 24 de junio hasta el 31 de agosto, no obstante tanto Kiev como las milicias de las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk denunciaron violaciones casi diarias y bajas mortales entre sus efectivos.
Asimismo, apostó por el emplazamiento de los cascoz azules de la ONU en toda la zona del conflicto con las milicias de Donetsk y Lugansk.
La medida, sostuvo, permitirá avanzar hacia una solución del conflicto en la región.
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Al mismo tiempo, Ucrania no tiene intención de coordinar con las milicias los parámetros de la labor de la misión de la ONU en Donbás.
"No puede haber coordinación alguna (…) sobre los parámetros de la labor de la futura misión de la ONU", dijo Poroshenko.
El 5 de septiembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, expresó su apoyo al envío de cascos azules a Ucrania siempre y cuando su misión consista en garantizar la seguridad de los observadores de la OSCE y no se extienda más allá de la línea de separación entre las tropas del Gobierno ucraniano y las milicias de Donbás.
El Gobierno ucraniano lleva a cabo desde abril de 2014 una operación militar contra las milicias en el este del país donde se proclamaron las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk en respuesta al violento cambio de Gobierno ocurrido en Kiev en febrero del mismo año.
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Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política del conflicto pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia.
Las hostilidades han dejado hasta la fecha unos 10.100 muertos, según estimaciones de la ONU.