Los manifestantes llevaban pancartas "¡No al genocidio en Birmania!", "¡Parad la violencia contra los musulmanes en Birmania!" y coreaban "¡Alahu akbar!".
4.09.2017. Митинг в Грозном в поддержку мусульман-рохинджа. #Мьянмы #Чечня #Грозный #SaveRohingya #СпаситеРохинья, #StopRohinyaGenocide pic.twitter.com/w6DGXlPWo8
— Mohmad Ulbi (@u1ver) 4 сентября 2017 г.
A la concentración asistió el presidente de Chechenia, Ramzán Kadírov, quien publicó en su cuenta de Instagram una diatriba acusando al Ejército birmano de exterminar a los rohinyás y denunciando la impotencia de la ONU.
Entre los manifestantes también se encontraban el presidente del Parlamento checheno, Magomed Daúdov, así como los líderes religiosos de Chechenia y las repúblicas vecinas del Cáucaso Norte.
"Tanto yo como millones de personas en decenas de países exigimos a los líderes de las potencias mundiales que paren de una vez el derramamiento de sangre. Exigimos castigo para los culpables y una investigación internacional de estos crímenes de lesa humanidad", declaró Kadírov.
Durante el mitin se leyó un llamamiento al presidente de Rusia, Vladímir Putin, para que "use toda su autoridad e influencia internacional para cesar el genocidio de los musulmanes rohinyás en Birmania".
El 3 de septiembre, la causa rohinyá reunió a centenares de manifestantes ante la embajada birmana en Moscú.
Vídeo: Centenares de moscovitas protestan ante la embajada birmana en apoyo a rohinyás
El Ministerio ruso de Exteriores expresó el 3 de septiembre su preocupación por la escalada de violencia y el deterioro de la situación humanitaria en el noroeste de Birmania, e instó a todas las partes implicadas a entablar un diálogo constructivo para reducir la tensión.
Esta cifra incluye a unos 370 insurgentes, 13 agentes de seguridad, dos funcionarios y 14 civiles, según los medios internacionales.
Unas 87.000 personas, en su gran mayoría rohinyás, cruzaron de Birmania a Bangladés desde el 25 de agosto, según la estimación de trabajadores humanitarios de la ONU en el distrito bangladesí de Cox's Bazar.
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Este número eleva a unas 150.000 el total de personas que huyeron de la nueva espiral de violencia en Rakáin a Bangladés desde octubre pasado.
Birmania, una nación mayoritariamente budista, deniega ciudadanía y derechos civiles a esta comunidad musulmana de unos 1,1 millones de personas, alegando que son inmigrantes bengalíes.
En 2012 la violencia interétnica en Sittwe, capital de Rakáin, se saldó con unos 200 muertos y provocó el desplazamiento de casi 140.000 personas, en su mayoría rohinyás.
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A finales de agosto, el Gobierno de Birmania declaró terrorista al Ejército para la Salvación Rohinyá de Arakán (ARSA, por sus siglas en inglés) y afirmó que busca establecer una república islámica.
El grupo insurgente, que niega tener vínculos con el yihadismo transnacional, respondió que ejerce legítima defensa en un intento de salvar a la comunidad rohinyá de Arakán del "terrorismo de Estado".