"Hasta ahora, Corea del Norte ha calculado minuciosamente sus acciones a diferencia de su retórica, prefiriendo las opciones con bajo grado de riesgo y confiando en la contención de Estados Unidos y sus aliados regionales", dijo la experta.
Al mismo tiempo, dice Evans, no vale la pena esperar que Pyongyang acepte desmantelar su programa nuclear.
"Es dudoso que Corea del Norte renuncie al desarrollo de sus programas balístico y nuclear porque considera que los misiles intercontinentales con capacidad nuclear pueden ayudar a rechazar amenazas militares de Estados Unidos", apuntó la experta.
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Según agregó, EEUU seguirá presionando a China y a Rusia y endureciendo las sanciones contra Pyongyang para obligarlo a sentarse a la mesa de negociaciones.
Fue la decimotercera prueba en lo que va de año, incluyendo el lanzamiento de dos supuestos misiles intercontinentales capaces de alcanzar el territorio de EEUU, y la segunda después de un cruce de amenazas que tuvo lugar entre Washington y Pyongyang a mediados de agosto.
El presidente de EEUU, Donald Trump, amenazó entonces con "fuego y furia" a Pyongyang después de que militares norcoreanos desvelaran un plan de ataque preventivo que prevé el lanzamiento de cuatro misiles Hwasong-12 en dirección a la isla estadounidense de Guam.
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Más tarde, las dos partes bajaron el tono de su retórica: el líder norcoreano, Kim Jong-un, anunció que pospone el plan a la espera de que Washington dé pasos hacia la distensión en la península de Corea, y Trump calificó de sabia esta decisión.
En 2016, Pyongyang llevó a cabo más de 20 ensayos de misiles balísticos, además de la cuarta y la quinta pruebas nucleares, pese a las prohibiciones del Consejo de Seguridad de la ONU.