El principal problema, según Yúrov, está relacionado con el desarrollo de misiles de crucero aire-tierra de largo alcance y alta precisión. Los misiles de crucero AGM-129 ACM fueron retirados del servicio en 2007 debido al incumplimiento de los requisitos modernos de guerra contra el sistema escalonado de defensa aérea.
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De esta manera, en agosto del 2017, las corporaciones estadounidenses Lockheed Martin y Raytheon recibieron 900 millones de dólares para el desarrollo de un nuevo misil de crucero.
El analista estadounidense Michael Kofman, citado por el autor, está seguro de que el nuevo misil de crucero "recibió luz verde" debido a unas pruebas exitosas de los Kh-101 rusos en Siria.
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Durante este tiempo, los misiles rusos podrán someterse a varias modernizaciones, y la Fuerza Aérea de EEUU volverá a tener que "ponerse al día".
Una ventaja importante de las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia es el desarrollo de un ciclo completo de puesta en marcha de un proyectil de crucero de largo alcance: introducción de las coordenadas, procesamiento de datos, corrección y control de vuelo, procesamiento de los datos obtenidos durante el vuelo y evaluación de resultados, observa el autor.
Vídeo: El misil ruso Kalibr está en acción
Todo esto le permite a Rusia estar un paso por delante de sus potenciales adversarios en materia de aviación estratégica.
"Los expertos estadounidenses admiten que, de hecho, a las mayores empresas industriales y militares de EEUU se les propuso una tarea complicadísima desde el punto de vista técnico: la de 'crear un misil como el que tienen los rusos'", concluye Yúrov.