El estudio fue realizado por un equipo dirigido por Will Farr, de la Universidad de Birmingham (Reino Unido). Sus hallazgos fueron publicados en la revista Nature.
Hay dos teorías principales para explicar su existencia. La primera es que se crean cuando dos agujeros negros previamente existentes caen mutuamente en el campo gravitacional del otro. La segunda es que surgen de sistemas binarios de estrellas, ya que no son más que estrellas muertas.
La evidencia clave que debe ayudar a resolver el misterio es la distribución angular del giro de cada agujero negro en relación con su órbita.
Lea también: Los agujeros negros destruyeron las primeras galaxias
Según esta teoría, si los agujeros negros hubiesen existido previamente antes de fusionarse, la distribución del giro medido debería ser 'isotrópica'. Es decir, los giros de cada agujero deben alinearse al azar, sin conexión con la dirección de su órbita alrededor del otro.
Si, por otro lado, los agujeros negros surgieron de la muerte de un sistema estelar ya emparejado, entonces el giro debería alinearse preferentemente con la órbita.