La Plaza de Cataluña de Barcelona, el epicentro de la ciudad condal, se vio colmada por miles de personas a un día de ocurrido el atentado terrorista que dejó al menos 15 muertos y más de un centenar de heridos. Allí inició su trayecto la furgoneta que embistió a la multitud que caminaba por Las Ramblas, el importante paseo barcelonés.
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"El centro de la plaza estaba lleno, salvo un cordón para las autoridades. Incluso por la calle alrededor también estaba casi casi repleto. Teniendo en cuenta que fue una convocatoria con menos de 24 horas, yo creo que la afluencia ha sido muy buena. Ha habido una reacción solidaria", dijo a Sputnik Alfons Bech, de la organización L'Aurora y de Comisiones Obreras (CC.OO.), quien presenció esta manifestación.
La mayoría de los asistentes eran catalanes, pero también había extranjeros, ya que la ciudad es un importante polo turístico que atrae visitantes de todo el mundo. Según el activista, la reacción espontánea de los barceloneses fue de "confianza en el futuro".
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"Al final de un emotivo minuto de silencio, el grito fue 'No tenim por', que en español quiere decir 'no tenemos miedo'. La reacción ha sido de hacer frente a estos atentados de una manera solidaria y fraternal", describió el militante.
El entrevistado opinó que aunque estas cifras policiales indican que "mucha gente se ha radicalizado", la región —y Barcelona en concreto— ha sido escenario de las manifestaciones "a favor de los refugiados más importantes que ha habido en Europa".
"Esto indica que una cuestión y otra no tienen que ver para el yihadismo. Estamos delante de un fenómeno que se ha desplegado desde hace ya unas décadas y ahora está desbocado. Yo pondría los orígenes en las guerras que se han ido sucediendo. Creo que ante los atentados de Barcelona hay que juzgar a los criminales: [el exprimer ministro español (1996-2004), José María] Aznar, [el expresidente de EEUU (2001-2009), George W.] Bush y [el exprimer ministro británico (1997-2007) Tony] Blair", dijo Bech.
La presencia del radicalismo islámico en Europa, según el entrevistado, responde a un "sentimiento de marginación y humillación", por el "maltrato" que se les da a los refugiados.
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"Hay una combinación de ambos aspectos, porque por un lado Occidente vende armas y no le importa promover guerras por el petróleo, pero luego se evade de todos los problemas que provoca", indicó Bech.
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"Es hora de reflexionar sobre qué tipo de políticas se han estado haciendo, qué han fomentado y si en verdad lo que hay que hacer no es solo condenar de palabra el terrorismo, sino empezar por eliminar sus causas", puntualizó.