El 14 de agosto, Donald Trump firmó el memorando que autoriza al representante comercial de EEUU en China a realizar una investigación sobre el supuesto robo de propiedad intelectual del país norteamericano.
Por su parte, el Ministerio de Comercio de China ya ha reaccionado a la firma de este documento.
"En caso de que en EEUU no actúen de forma prudente, sean poco respetuosos hacia las reglas del comercio multilateral o recurran a medidas destinadas a socavar las relaciones económico-comerciales, China no permanecerá de brazos cruzados y aplicará todas las medidas de respuesta a su alcance", declararon.
Desde el principio de su campaña electoral, Trump insistió en que el comercio con China no beneficiaba a EEUU. El político prometió corregir esta situación de todas las maneras posibles.
No obstante, tras ser elegido, Trump no se lanzó al ataque de China. Al contrario, el mandatario estadounidense trató de ponerse de acuerdo con Pekín utilizando el problema norcoreano, opina Akópov.
"Pekín diferencia de una manera perfecta 'el juego con Corea' y sus discrepancias comerciales y exhorta a Trump a que no los mezcle. Por su parte, el mandatario de EEUU declaró abiertamente que si China no ayudaba a domar a Corea del Norte, Pekín no disfrutaría de unas buenas condiciones en sus relaciones comerciales con Washington", escribió.
Ahora, la Casa Blanca tiene que obligar a China a comprar más bienes estadounidenses y localizar de vuelta en territorio estadounidense la producción industrial de EEUU. El objetivo de esta medida sería cumplir con la promesa electoral de incrementar las inversiones en la economía del país norteamericano.
"Trump no es un intervencionista. Pero él y la parte de la élite estadounidense que quiere conservar el orden unipolar tienen que hacer algo con China", enfatiza.
A este respecto, surge la pregunta de si es posible que en un futuro próximo se produzca una guerra comercial a gran escala entre China y EEUU. Akópov considera que esta es una opción poco probable, dado que sus consecuencias dejarán notarse de forma importante en EEUU.
"Tratando de espantar a China con una guerra comercial, Trump quiere que Pekín haga concesiones y su nuevo decreto le asegurará un par de ventajas más. No obstante, estos avances no abrirán importantes nichos en el mercado chino [para los bienes estadounidenses] y, como consecuencia, no cambiarán la desventajosa balanza comercial en favor de EEUU".
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