En esa cadena están las acciones coordinadas con la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario general, Luis Almagro, para deslegitimar toda propuesta o medida del gobierno de Nicolás Maduro, cuyo entorno más cercano viene siendo objeto de acusaciones y sanciones económico-políticas por parte de Estados Unidos.
"Cuando escucho a Trump hacer uso de la amenaza de la fuerza contra Venezuela y emplear el mismo razonamiento contra Corea [del Norte], y teniendo en cuenta que hizo lo mismo cuando agredió con misiles a Siria [el 4 de abril], me queda claro que es un presidente que pretende evitar a como dé lugar el proceso de declinación hegemónica de EEUU, y busca que la transición hacia un mundo multipolar no se dé o cueste mucho más", dijo a Sputnik el analista internacional Hugo Moldiz.
"América Latina es fundamental para EEUU en su estrategia de controlar su declinación. Para conquistar su objetivo tiene que deshacerse de los gobiernos progresistas como Venezuela", indicó Moldiz, quien agregó que en el país caribeño hay "un pueblo cinco millones de personas dispuestas a morir por su revolución".
Hasta que Trump habló de la opción militar para derrocar a Nicolás Maduro, el cerco diplomático había dado ciertos frutos, a pesar de que más de la mitad de los países latinoamericanos y caribeños no apoyaron la declaración de Lima. Pero tras los dichos de Trump, el propio Mercosur, integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, le salió al cruce.
"La desestabilización que generaría en la región una intervención militar en Venezuela es lo que va a disuadir a Trump de llevarla a cabo", consideró el analista, quien además enfatizó que Rusia es fundamental para América Latina, ya que a través de su acción se podrá evitar un "recrudecimiento del bloqueo" contra Cuba, una "acción de impredecibles consecuencias" contra Venezuela, y "preservar los espacios que se han conseguido en la región con mucha lucha".