"(Las pérdidas) de Turquía llegan a los 2.000 millones de dólares", dijo Lashin.
El experto agregó que en 2016 la producción de hortalizas de invernadero en Rusia aumentó un 15%, en particular, creció un 18% la producción de tomates.
Según Lashin, con esta dinámica agrícola Rusia puede cubrir el 40% de la demanda de tomates.
El analista indicó que después del embargo ruso Turquía canalizó una parte de sus exportaciones a Bielorrusia, medida que sin embargo no salvó a los agricultores turcos de la caída de la producción.
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Las relaciones entre Rusia y Turquía se deterioraron después de que un caza turco derribara un bombardero ruso el 24 de noviembre de 2015 en territorio sirio.
A partir del 1 de enero de 2016 Moscú embargó la importación de ciertos alimentos turcos y restableció el requisito de visado para nacionales de Turquía.
En junio de 2016, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pidió perdón a Rusia por el derribo de la aeronave, dando así el primer paso para desatascar las relaciones bilaterales.
A principios de marzo Erdogan y el presidente de Rusia, Vladímir Putin, celebraron un encuentro en Moscú, en el que coincidieron en que las relaciones ruso-turcas salieron de la crisis y se comprometieron a seguir desarrollando la cooperación bilateral en diversos ámbitos.
El 22 de mayo Rusia y Turquía firmaron una declaración conjunta sobre el levantamiento recíproco de todas las restricciones comerciales con excepción del suministro de tomates.